En un mundo cada vez más complejo, donde las fronteras entre lo real y lo virtual se difuminan, surge una sensación palpable de desorientación e incertidumbre.

Mariano Gistaín, en su reciente ensayo, acuña el término confusionismo para describir este estado de confusión que impregna la sociedad actual.

Gistaín argumenta que la confusión no se limita a un simple malentendido o equivocación; es una profunda disonancia entre la percepción del mundo y la realidad misma.

Esta sensación, según él, se intensifica por la constante exposición a una avalancha de información contradictoria y fragmentaria, donde las noticias se suceden con frenesí y los hechos parecen perder su significado.

La confusión española es enorme: siendo el país que más crece y que hasta ha merecido el elogio de The Economist no hay forma de pagar el alquiler.

Ni la fruta.Pero se venden y se compran más pisos que nunca, casi como en 2007, plena burbuja, describe Gistaín, ilustrando con ejemplos concretos cómo esta sensación de confusión permea a todos los ámbitos de la vida cotidiana.

El autor cita el caso de Siria, donde la caída del dictador Assad ha generado más preguntas que respuestas.

La falta de claridad sobre los verdaderos motivos detrás del cambio de poder y el papel de actores internacionales como China y Estados Unidos, alimenta aún más la sensación de incertidumbre.

Asimismo, Gistaín señala al asesinato del CEO de una empresa aseguradora en Estados Unidos como otro ejemplo palpable del confusionismo imperante.

El hecho de que un joven con ideales anticapitalistas haya perpetrado este crimen, en un país donde el presidente saliente incitó a la violencia y no ha sido sancionado por ello, crea un clima de confusión e indignación generalizada.

El confusionismo es más que la simple confusión, es ya el no entender nada, la opacidad del mundo y sus noticias, afirma Gistaín con contundencia.

La incertidumbre sobre el futuro de Europa, la inestabilidad política en diversos países y la creciente hegemonía de China, solo contribuyen a intensificar esta sensación de desorientación.

El ensayo de Mariano Gistaín nos invita a reflexionar sobre el estado actual del mundo, una realidad fragmentada y compleja que desafía nuestra capacidad de comprensión.

El confusionismo, lejos de ser un simple término para describir la confusión, se convierte en una metáfora poderosa que refleja los desafíos éticos, políticos y sociales que enfrentamos como sociedad.