El canciller alemán Olaf Scholz se encuentra en un punto crítico.Su gobierno de coalición, formado por socialdemócratas, liberales y verdes, se tambalea ante la inminencia de elecciones anticipadas el 23 de febrero.
El fracaso del Ejecutivo semáforo, marcado por discrepancias sobre los presupuestos que desembocaron en la destitución del ministro de Finanzas, Christian Lindner (FDP), ha desencadenado una precampaña decisiva para todo el bloque comunitario.
Las encuestas proyectan un escenario complejo para Scholz.Su partido, el SPD, se sitúa en tercera posición, con la CDU liderando las preferencias electorales y la ultraderecha de AfD alcanzando máximos históricos como segunda fuerza.
Esta presión ha llevado a un giro hacia posiciones más derechistas en temas clave como la migración y la economía.
En materia migratoria, Scholz ha defendido la aceleración de devoluciones de migrantes ilegales y la implementación de controles fronterizos por motivos de seguridad tras recientes ataques islamistas.
Si bien no ha adoptado el modelo italiano de centros de detención fuera de la UE, tampoco lo ha rechazado abiertamente, a diferencia de España.
La economía también juega un papel crucial en esta coyuntura.Scholz ha criticado duramente las sanciones por incumplimiento de límites de emisiones, argumentando que el dinero debe permanecer en las empresas para su modernización.
Esta postura, compartida tanto por la CDU como por AfD, contrasta con la posición de los Verdes.
Daniel Gil, analista de The Political Room especializado en Unión Europea, señala que desde el principio se preveía que esta coalición tuviera un funcionamiento complicado, pues había que conjugar las demandas de inversión en transición ecológica e infraestructuras con la prudencia fiscal del FDP.
La crisis actual no es ajena a la profunda agitación interna que atraviesa Alemania.
La invasión rusa de Ucrania obligó al Gobierno semáforo a adoptar reformas consideradas inimaginables, como una histórica inversión en Defensa y la reapertura del debate nuclear.
El papel de China, con quien Scholz busca una política más amable a pesar de la rivalidad estratégica, añade incertidumbre a un panorama ya complejo.
Scholz se enfrenta a la sombra de Angela Merkel, cuya influencia persiste aún después de su salida del poder.
El futuro político alemán parece encaminarse hacia una gran coalición liderada por la CDU tras las elecciones, con Friedrich Merz, líder actual del partido, cerrando la puerta a cualquier colaboración con AfD. El SPD, por otro lado, ha abandonado su posición de izquierda para buscar un lugar en el gobierno, aunque no está claro si logrará mantener su posición.