Descubren los secretos del sexto sentido: cómo funciona la propiocepción humana.
El conocimiento sobre nuestra percepción del mundo se amplía con nuevos descubrimientos científicos que revelan los mecanismos del sexto sentido: la propiocepción.
Este sistema nervioso interno, poco conocido pero esencial, nos permite percibir la posición de nuestro cuerpo en el espacio, la tensión muscular y los movimientos sin necesidad de mirar.
La propiocepción es vital para realizar cualquier movimiento coordinado, explica el doctor Niccolò Zampieri, jefe del Laboratorio de Desarrollo y Función de Circuitos Neurales del Centro Max Delbrück de Berlín.
Nos permite caminar, escribir o incluso simplemente mantenernos erguidos sin caer.
Un equipo de investigadores liderado por Zampieri ha publicado un artículo en la revista Nature Communications que identifica los marcadores moleculares de las neuronas sensoriales propioceptivas (pSN).
Estas neuronas, localizadas en los ganglios de la raíz dorsal de la médula espinal, se conectan a los husos musculares y los órganos tendinosos de Golgi, que detectan el estiramiento y la tensión muscular.
Hasta ahora teníamos poca información sobre los mecanismos moleculares que permiten a estas neuronas conectar con precisión diferentes músculos, explica el doctor Stephan Dietrich, miembro del laboratorio de Zampieri.
Nuestro estudio buscaba identificar estos marcadores para entender mejor cómo se desarrolla esta conexión específica.
A través de investigaciones en ratones, los científicos identificaron varios genes para las efrinas y sus receptores, proteínas que juegan un papel crucial en la guía de las fibras nerviosas durante el desarrollo del sistema nervioso.
Estos genes se activan durante la etapa embrionaria y persisten después del nacimiento, lo que sugiere que hay programas genéticos específicos que determinan a qué músculo conectará cada propioceptor, añade Dietrich.
La comprensión más profunda del funcionamiento de la propiocepción abre nuevas posibilidades en el campo médico.
Este conocimiento podría ayudar a optimizar el diseño de neuroprótesis para pacientes con lesiones de la médula espinal, mejorando su capacidad motor y sensorial, señala Zampieri.
Se está investigando el papel de la propiocepción en enfermedades como la escoliosis y la displasia de cadera.
Sospechamos que una función deficiente de este sentido puede contribuir al desarrollo de estas patologías, concluye Zampieri.
En el futuro, comprender mejor nuestro sexto sentido podría permitirnos desarrollar terapias innovadoras para prevenir y tratar estos trastornos esqueléticos.