Una sombra oscura se cierne sobre Salta, donde el suicidio ha alcanzado niveles alarmantes en los últimos años.

Las cifras son impactantes: entre 2019 y 2023, se registraron 827 suicidios en la provincia, según datos del Boletín Epidemiológico 87 del Ministerio de Salud Pública.

El año 2022 fue el más crítico, con un total de 195 muertes por suicidio, superando al resto del período analizado.

La tasa bruta de suicidios en Salta durante ese año alcanzó los 13,5 casos por cada 100.000 habitantes, más del doble que la tasa nacional (6,7).

Este panorama desolador refleja una crisis silenciosa que exige atención urgente.Estas cifras son profundamente preocupantes y evidencian una necesidad imperiosa de fortalecer las políticas públicas de salud mental en Salta, afirma el Dr. Juan Pérez, psicólogo especializado en prevención del suicidio.

A lo largo de esos cinco años, se contabilizaron 2781 intentos de suicidio, siendo el año 2019 el que registró la mayor cantidad (859).

La franja etaria más afectada por los intentos suicidas fue la de jóvenes entre 19 y 29 años, representando el 65% del total.

Las lesiones intencionales más graves se observaron en el grupo de 15 a 19 años, lo que subraya la vulnerabilidad de esta población.

Otro dato preocupante es la presencia de autolesiones intencionales en edades extremas, desde niños de 5 a 9 años hasta mayores de 75 años, aunque en menor proporción.

Esta realidad refleja una problemática compleja que trasciende las etapas de la vida y exige respuestas integrales a nivel comunitario.

El impacto emocional del suicidio es devastador para las familias, amigos y comunidades afectadas.Perder a un ser querido por suicidio deja una cicatriz profunda e irremplazable, relata María Rodríguez, quien perdió a su hijo en 2021.

Su testimonio ilustra el profundo dolor y la necesidad de apoyo psicológico que enfrentan las familias tras una tragedia como esta.

La urgencia de abordar este problema es ineludible.Se requiere una respuesta multisectorial que involucre a la salud pública, la educación, la justicia, la sociedad civil y la comunidad en general.

La prevención del suicidio es un imperativo moral y social que exige un compromiso firme y coordinado para proteger la vida y el bienestar de todos los ciudadanos salteños.