La sesión ordinaria de la Cámara de Diputados se vio marcada por un intenso debate en torno al repudio a las fake news que, según los legisladores oficialistas, han afectado al gobernador Gustavo Sáenz.
Si bien el proyecto fue finalmente aprobado, la discusión evidenció profundas divisiones dentro del recinto legislativo.
El diputado Germán Rallé, impulsor de la iniciativa, argumentó que las publicaciones falsas en redes sociales buscan desacreditar a la máxima autoridad provincial y lastimar tanto su figura institucional como personal.
No se hacen críticas constructivas, se inventan cuestiones de fondo, manifestó Rallé, quien recalcó la gravedad del asunto al señalar que no solo afecta al gobernador, sino que también a sus colaboradores.
La diputada Socorro Villamayor coincidió en la urgencia de abordar el tema, destacando que las redes sociales se han convertido en un campo fértil para la desinformación y la difamación.
No es por una opinión, afirmó Villamayor al referirse al caso del detenido Luis Caro, quien repitió agravios contra Sáenz a pesar de las medidas judiciales.
También mencionó la investigación del periodista Tomás Méndez sobre supuestos vínculos entre el gobierno provincial y el narcotráfico, calificándola como un lobby para difamar.
La diputada Griselda Galleguillos, por su parte, cuestionó el tratamiento dado al tema en la Cámara, considerándolo una mordaza a la oposición.
Me parece una falta de respeto a la gente que la está pasando tan mal, argumentó, sugiriendo que se debatieran temas de mayor relevancia.
El diputado Roque Cornejo propuso ampliar el repudio para incluir cualquier campaña sistemática que agreda a figuras públicas, abogando por un debate libre pero respetuoso.
Hay que hacer política, dijo Cornejo, pero con hechos y no con mentiras.
Juan Esteban Romero protagonizó un fuerte cruce con sus pares al criticar duramente el proyecto de repudio.
No hay peor cosa que victimizarse, afirmó, señalando que las únicas víctimas son aquellos ciudadanos ajenos a la política.
Romero fue posteriormente censurado por sus declaraciones, y aunque pidió disculpas, el malestar en la Cámara se mantuvo presente.
El debate sobre las fake news refleja un contexto complejo en el que la libertad de expresión choca con la necesidad de combatir la desinformación y proteger la imagen pública.
La aprobación del repudio por parte de los diputados oficialistas sugiere una creciente preocupación por la influencia de las redes sociales en la política, pero también genera interrogantes sobre el equilibrio entre la libertad de expresión y el control del discurso público.