Aunque la tuberculosis (TB) dejó de ser una sentencia de muerte para los pacientes españoles en el siglo XXI gracias a los avances tecnológicos y sociales, esta enfermedad continúa siendo un problema global de salud pública.

En España, aunque la incidencia ha disminuido considerablemente desde su apogeo en el siglo XX, la reciente detección de tres casos positivos en un colegio de Badajoz, Extremadura, sirve como recordatorio del compromiso constante que se necesita para prevenir su propagación.

La aparición de estos casos no debe generar alarma, sino que demuestra la eficiencia de nuestro sistema de vigilancia epidemiológica, afirma , experto en salud pública .

El carácter social de la TB se evidencia en que más del 80% de los casos y muertes se concentran en países con bajos recursos económicos.

Factores como la pobreza, el hacinamiento y el acceso limitado a atención médica aumentan significativamente el riesgo de infección y mortalidad.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en 2023 murieron más de un millón de personas por TB, lo que subraya la necesidad de continuar intensificando los esfuerzos para erradicarla.

La OMS destaca que los avances en el tratamiento y la prevención han salvado a millones de vidas, pero se requiere una inversión global anual de 22 mil millones de dólares para lograr la eliminación completa de la enfermedad para 2030.

En España, el sistema sanitario cuenta con un plan integral para la prevención y control de la TB que incluye cobertura farmacológica gratuita para los pacientes y campañas de sensibilización pública.

Estos esfuerzos son esenciales para combatir no solo la enfermedad en sí, sino también el estigma asociado a ella.

Es fundamental concienciar a la población sobre la importancia de las medidas preventivas como la vacunación, la higiene respiratoria y la detección temprana, concluye , resaltando que la erradicación de la TB requiere un compromiso global y la participación activa de todos los sectores de la sociedad.