Un estudio reciente de la Comisión Europea revela una preocupante realidad en la Unión Europea: el 13% de su población se siente sola durante al menos parte del tiempo, lo que aumenta significativamente el riesgo de muerte prematura.
Esta pandemia silenciosa, como la denomina el informe La soledad en la UE, se asocia con prácticas nocivas como el tabaco, el consumo excesivo de alcohol y la obesidad, incrementando entre un 14 y un 32% las posibilidades de fallecer antes de tiempo.
Las personas que viven con soledad presentan también entre dos y cuatro veces más probabilidades de padecer enfermedades mentales.
Alana Officer, Jefa de la Unidad para el Cambio Demográfico y la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), resaltó esta cifra alarmante durante la presentación del informe ante la comisión de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión del Parlamento Europeo.
El 22% de los adultos mayores en Europa sufre soledad, enfatizó Officer, una proporción menor al 25% a nivel global, pero aún así preocupante.
La experta destacó la importancia de las conexiones sociales para construir una cohesión social fuerte, indispensable para la prosperidad y gobernanza de cualquier comunidad.
El estudio también destaca que la soledad afecta de manera desproporcionada a grupos minoritarios, familias monoparentales o con múltiples hijos, así como a personas que experimentaron relaciones conflictivas con sus padres durante su infancia.
Katarina IvankovicKnezevic, directora de Derechos Sociales e Inclusión de la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Inclusión de la Comisión Europea (CE), advirtió sobre el impacto significativo de la soledad en los jóvenes.
Los jóvenes son grandes consumidores de redes sociales, y las personas que usan estas plataformas de forma intensa tienen un mayor riesgo de sentirse solos, explicó IvankovicKnezevic.
Pamela Qualter, profesora e investigadora del Instituto de Educación de la Universidad de Manchester, añadió su voz a la conversación resaltando la relación entre la soledad en la infancia y el progreso académico.
Los estudiantes que se sienten solos no se concentran bien, tienen poca motivación y no participan en grupo, manifestó Qualter.
Participan poco en el estudio y esto los aísla aún más.
El informe de la Comisión Europea concluye que la soledad es un problema multifactorial, arraigado en desigualdades sociales y económicas.
Ignorar estas barreras estructurales al abordar este problema podría llevar a soluciones superficiales que no abordan las causas subyacentes.
Si bien no existe una solución mágica para combatir la soledad, el estudio propone estrategias como la creación de redes de conexión social que promuevan la sensación de pertenencia, políticas basadas en datos y un diseño urbano que fomente la vida en comunidad.