El conflicto entre Israel y Hezbolá se intensifica, con nuevos bombardeos israelíes sobre Beirut a pesar de los esfuerzos diplomáticos para alcanzar un alto el fuego.

Las autoridades israelíes afirman que las operaciones militares se centran en objetivos estratégicos del grupo chií, pero la comunidad internacional expresa su preocupación por el impacto en la población civil.

El lunes, Israel lanzó una nueva oleada de ataques contra Beirut, horas después de que se filtrara información sobre un posible acuerdo de tregua entre Israel y Hezbolá mediado por Estados Unidos.

Los objetivos atacados fueron colocados deliberadamente por Hezbolá en el corazón de la población civil, declaró el Ejército israelí, justificando sus acciones como medidas para proteger a su territorio.

Expertos en derecho internacional humanitario cuestionan la legitimidad de estos ataques, argumentando que las órdenes de evacuación emitidas con poco margen de acción no son suficientes para garantizar la protección de civiles en zonas densamente pobladas.

El ataque coincide con una escalada del conflicto en otras regiones del sur de Líbano, donde se han registrado bombardeos contra ciudades como Sohmor, Bazuriyé y Majdal Selem.

Hezbolá, por su parte, ha reivindicado un ataque con proyectiles contra una base militar israelí al norte de Acre.

A pesar de la violencia, la actividad diplomática continúa.Amos Hochstein, enviado especial de Estados Unidos para Oriente Próximo, ha estado trabajando arduamente para mediar entre las partes.

Fuentes cercanas a las negociaciones confirman que Netanyahu se encuentra cerca de aceptar la propuesta de alto el fuego, aunque aún existen pequeños obstáculos por resolver.

No quedan obstáculos serios para comenzar la tregua, declaró Elias Bou Saab, portavoz adjunto del Parlamento libanés.

Un acuerdo podría incluir una tregua inicial, el repliegue de las fuerzas de Hezbolá al norte del río Litani, una retirada total de las tropas israelíes del sur de Líbano y negociaciones sobre la demarcación de la frontera entre ambos países.

Se contemplaría la creación de un organismo internacional liderado por Estados Unidos para supervisar el cumplimiento del acuerdo.

Algunos sectores dentro del Gobierno israelí, como el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir, se oponen firmemente a cualquier tipo de acuerdo con Hezbolá, considerándolo una gran oportunidad perdida para erradicar al grupo terrorista.

La presión política interna podría dificultar la implementación de un alto el fuego.

El futuro del conflicto en Líbano sigue incierto.

Mientras las negociaciones diplomáticas continúan, los bombardeos y la violencia persisten, generando preocupación por el bienestar de la población civil y el riesgo de una escalada aún mayor.