Pensilvania se ha convertido nuevamente en un punto crucial en las elecciones presidenciales estadounidenses, certificando el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca tras cuatro años.

Si bien los pronósticos señalaban una contienda cerrada, la victoria republicana se vio impulsada por un factor inesperado: el voto amish.

El apoyo del grupo amish fue fundamental para asegurar la victoria en Pensilvania, explica un analista político.

Su tradicional apolítica se rompió este año, y su convicción conservadora les llevó a apoyar masivamente a Trump.

Los amish, una comunidad cristiana anabautista conocida por su rechazo a la tecnología moderna y su estilo de vida austero, constituyen una fuerza demográfica significativa en el estado.

Su concentración en áreas rurales y su apego a valores tradicionales se alinean con las políticas republicanas.

Trump logró conectar con las aspiraciones del mundo rural y de esta comunidad, afirma un experto en sociología.

Su discurso conservador y desregulador resonó con los amish, quienes se identificaron con sus propuestas para proteger la agricultura y la libertad individual.

La campaña de Trump, junto a grupos como Early Vote Action, desplegó estrategias específicas para movilizar al voto amish.

Se organizaron visitas puerta a puerta en mercados agrícolas y comunidades amish, transmitiendo mensajes que resonaron con sus valores y preocupaciones.

Un caso particularmente resonante fue el de Amos Miller, un granjero amish cuyo negocio fue sancionado por el Departamento de Agricultura.

El incidente se convirtió en un símbolo de la lucha del grupo por su libertad económica y su estilo de vida tradicional, impulsando aún más su rechazo al gobierno demócrata.

La participación masiva de los amish en las elecciones de 2024 ha tenido un impacto significativo en el resultado de Pensilvania, un estado clave para decidir el futuro político del país.

Su historia ilustra la creciente influencia de la comunidad rural y conservadora en la escena política estadounidense.