En el norte argentino, más allá de su sabor distintivo, el arrope se erige como un tesoro artesanal cargado de tradición y propiedades medicinales.
Este jarabe, elaborado a partir de frutas autóctonas como el chañar o la tuna, ha sido utilizado por generaciones para combatir afecciones respiratorias, especialmente bronquitis y pulmonía.
El arrope es una parte fundamental de nuestra medicina tradicional, afirma Gabriela Flores, especialista en medicina natural del norte argentino.
Su capacidad para limpiar la garganta y aliviar la mucosidad lo convierte en un recurso invaluable para combatir enfermedades respiratorias.
Sus efectos curativos se basan en los principios activos presentes en las frutas utilizadas en su elaboración.
El chañar, por ejemplo, es rico en vitamina C y antioxidantes, mientras que la tuna aporta minerales como el potasio y el hierro.
Muchas familias lo incorporan a sus rutinas diarias para fortalecer su sistema inmunológico. Se consume de diversas maneras: disuelto en té caliente con un toque de limón, diluido en agua o incluso como complemento a una bebida fría.
Mi abuela siempre decía que el arrope era como un escudo contra el frío, comparte María Elena, una habitante del norte argentino.
Desde niña lo consumía cuando tenía tos y me sentía mucho mejor.
A pesar de su valor medicinal reconocido por generaciones, el acceso al arrope sigue siendo limitado en algunas regiones.
Su precio, que ronda los 4000 pesos argentinos, puede ser un obstáculo para algunos sectores de la población.
Su tradición y eficacia lo convierten en un elemento fundamental de la cultura popular del norte argentino, una medicina ancestral que sigue vigente en la actualidad.