La ruptura de una pareja es un evento complejo que genera estrés y emociones intensas, especialmente cuando hay hijos involucrados.
Los niños pueden experimentar un profundo impacto emocional, académico, social y económico debido a la disolución familiar.
La forma en que los padres abordan este proceso es crucial para ayudarles a adaptarse a la nueva realidad.
La Asociación Española de Pediatría (AEP) advierte sobre la importancia de una actitud inicial responsable por parte de los progenitores, ya que esta influye directamente en la capacidad del niño para integrarse a su nueva vida.
Los conflictos psicoemocionales, usualmente los más significativos, surgen a partir de sentimientos de abandono e incertidumbre, explica la AEP. La falta de comprensión sobre las razones del alejamiento de un progenitor genera frustración, impotencia y culpabilidad en el niño.
Sintomáticamente, los niños expresan su malestar emocional de maneras diversas: problemas emocionales, somatizaciones, alteraciones conductuales, trastornos del sueño y del descanso.
La edad y el sexo influyen en la forma en que se manifiestan estos síntomas.Por ejemplo, la adolescencia es una etapa particularmente vulnerable al impacto de un divorcio; las niñas tienden a experimentar mayor ansiedad y depresión, mientras que los niños pueden presentar problemas de conducta.
La AEP destaca que es esencial que los hijos perciban que sus necesidades han sido consideradas por sus padres al llegar a acuerdos estables.
La calma y el amor incondicional son fundamentales en este proceso. Los padres deben comunicar con claridad la situación, evitando lenguaje ambiguo o emocionalmente cargado.
Claves para una separación responsable:
Comunicación transparente: Explicar de manera clara y concisa las circunstancias a los niños, adaptando el lenguaje a su edad y comprensión.
Respeto del régimen de visitas: Cumplir con la asignación de tiempo que le corresponde a cada progenitor es fundamental para mantener un vínculo afectivo sólido.
La AEP apunta que cuando hay una guardia y custodia compartida, suele haber una relación más estable y con mejor vínculo afectivo entre hijo y progenitores.
Flexibilidad en las visitas: Facilitar los encuentros del niño con el progenitor no custodio, mostrando comprensión y flexibilidad ante circunstancias cambiantes.
Errores comunes a evitar:
Hablar mal del otro progenitor: Criticar o desacreditar al otro padre delante de los hijos puede generar rechazo y confusión.
Es importante recordar los aspectos positivos del otro progenitor, especialmente si previamente se le ha criticado.
Desacreditar decisiones del otro progenitor: Las discrepancias educativas deben resolverse entre padres en ausencia de los niños.
Evitar confrontar o criticar las decisiones del otro progenitor delante de los hijos puede generar conflicto y estrés innecesario.
La separación es un proceso doloroso para todos, pero con una actitud responsable y comprensiva por parte de los padres, se pueden minimizar los impactos negativos en el bienestar emocional de los hijos.