En una emotiva misiva dirigida al poeta salteño Julio Díaz Villalba, el reconocido cantautor argentino Atahualpa Yupanqui, considerado el padre del folclore argentino, evoca con profunda melancolía los recuerdos de su juventud en la provincia norteña.
La carta, rescatada del archivo de El Tribuno y publicada en septiembre de 1974, se convierte en un testimonio invaluable del espíritu y las vivencias del artista.
Yupanqui rememora aquellos días vibrantes en que Salta era una ciudad llena de vida, donde la poesía florecía en patios llenos de jazmines, los carnavales resonaban con alegría y la amistad reinaba como un valor fundamental.
Fuimos amigos, hermanos de la misma vereda tras las rejas que nos decían adiós con voces suspirantes, escribe el cantautor, evocando una época dorada de encuentros y camaradería en la que compartía momentos especiales con figuras destacadas como Federico Castellanos, Leopoldo Figueroa Campero o Roque López Echenique.
En su relato, Yupanqui describe con nostalgia los rincones emblemáticos de Salta: Esa era la Salta que amé, que recuerdo, que me une a los salteños de aquel tiempo que aún perduran.
La memoria del viejo Dávalos, el general Vélez, la Paulina Figueroa y la Matuca Guerrero se entrelazan en un tejido sentimental que da vida a una época irrepetible.
La carta también refleja el dolor por la reciente muerte del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura, quien falleciera en Madrid días antes de la publicación de la misiva.
Yupanqui expresa su profunda tristeza al no poder despedirse personalmente de su hermano y resalta el impacto que los misterios de la vida y la despedida tienen sobre él.
Desde que perdí a mi padre, hace muchos años, se me ha ensanchado enormemente el adiós de los hombres que se van al silencio, confiesa Yupanqui, evidenciando la sensibilidad humana ante la pérdida.
La misiva finaliza con un mensaje lleno de esperanza y amistad.Creo en la amistad.Una vez un paisano me dijo: Un amigo, es como uno mismo con otro cuero Al escucharlo, grité sin voz mi saludo a tan perfecta definición, escribe el cantautor, recordando una frase que resume su visión del mundo.
La carta de Atahualpa Yupanqui no solo es una valiosa fuente histórica, sino también una ventana al alma de un artista que, con profunda nostalgia y sensibilidad, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la amistad, el recuerdo y la belleza efímera de la vida.