Investigadores del Centro de Excelencia ARC para Sistemas Metaópticos Transformadores (TMOS) en Australia están desarrollando una innovación que podría democratizar el acceso a la visión nocturna.
Su objetivo es crear un filtro infrarrojo ultradelgado que se integraría en gafas comunes, ofreciendo una alternativa viable y portátil a los dispositivos actuales, que suelen ser pesados, costosos y limitados a uso militar o entusiastas.
Una persona normal no sale corriendo de noche con un kilo más atado a la frente, señalan los investigadores Dragomir Neshev, Laura Daniela Valencia Molina y Rocío Camacho Morals, quienes critican el estado actual de las gafas nocturnas por su incomodidad y alto coste.
La tecnología desarrollada por TMOS busca cambiar esta realidad con filtros que pesan menos de un gramo, permitiendo la creación de gafas de visión nocturna ligeras y accesibles.
Las implicaciones son vastas, desde una conducción nocturna más segura hasta caminatas más tranquilas y la posibilidad de trabajar en condiciones de baja luminosidad sin dificultades.
Las gafas nocturnas tradicionales funcionan intensificando la luz residual mediante un proceso que involucra lentes, tubos intensificadores de imagen y pantallas fósfores.
Este sistema requiere refrigeración criogénica para evitar el ruido térmico, lo que aumenta el peso y tamaño del dispositivo.
Las actuales gafas nocturnas suelen bloquear la luz visible, limitando su uso únicamente a entornos oscuros.
TMOS propone una alternativa basada en la conversión ascendente no lineal de visión infrarroja. Esta tecnología utiliza una metasuperficie compuesta por niobato de litio, un material transparente en el rango visible, que permite la mezcla de fotones con un haz de bomba.
La clave reside en la simplificación del proceso, reduciendo el número de elementos necesarios y eliminando la necesidad de refrigeración criogénica.
Las últimas imitaciones han sido superadas y con el tiempo veremos si esto es capaz de transformar la manera en que se fabrican los visores por unos portátiles, económicos y ligeros, afirma Laura Valencia, autora principal del estudio.
El investigador jefe Dragomir Neshev destaca que esta tecnología abre importantes oportunidades para las industrias de vigilancia, navegación autónoma e imágenes biológicas.