La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) se encuentra en el epicentro de un proceso de reestructuración que busca replantear su organización y jerarquía administrativa.

Se avecinan cambios significativos en su estructura, los cuales podrían otorgar mayor influencia a dos figuras clave del gobierno: Luis Caputo y Patricia Bullrich.

Fuentes cercanas al entorno presidencial revelan que se aspira a retornar a una configuración similar a la existente durante los años 90, con la Dirección General de Impositiva (DGI) bajo el control del Ministerio de Economía y la Aduana con autonomía administrativa como lo establece la Constitución Nacional.

Esta medida generaría un cambio notable en el panorama político económico, concentrando la gestión fiscal en manos de Caputo, quien ha sido apodado por el presidente Javier Milei como el Messi de las finanzas.

La posible transferencia de la DGI a Economía busca fortalecer el control sobre la recaudación y las decisiones fiscales, especialmente tras las controversias suscitadas en torno a la reglamentación del capítulo fiscal.

El blanqueo de capitales, una iniciativa clave para reactivar la economía, ha sido objeto de cambios en su redacción, lo que ha generado cuestionamientos sobre la gestión de la AFIP.

Estos movimientos se enmarcan en un contexto de reconfiguración administrativa que ya se había iniciado con el traslado de 700 empleados de la Dirección General de Recursos de la Seguridad Social (DGRSS) a la DGI mediante el Decreto 559.

Se argumentó que esta medida buscaba optimizar recursos y fomentar la colaboración entre ambas áreas, pero también ha sido interpretada como un intento de consolidar poder dentro de la AFIP.

La reestructuración actual rememoran las decisiones tomadas durante la gestión del Fondo Monetario Internacional (FMI) en el año 1996, cuando se fusionaron la DGI y la Dirección General Aduanera (DGA) para crear la AFIP bajo el ala del Ministerio de Economía.

Posteriormente, la entidad adquirió una autonomía significativa que incluso durante las gestiones de Alberto Abad y Ricardo Echegaray, quienes la convirtieron en un superministro.

La actual coyuntura política abre interrogantes sobre el futuro rol de la AFIP y cómo esta reestructuración impactará en la dinámica del poder dentro del gobierno.