La campaña electoral estadounidense entra en su fase final con una expectativa palpable: unas elecciones de extrema tensión en las que cada voto podría marcar la diferencia.

Las encuestas reflejan un escenario reñido, con una mínima ventaja para Kamala Harris sobre Donald Trump.

La batalla por la Casa Blanca se centra en los llamados swing states, siete estados cruciales con un alto número de delegados electorales que podrían decantar el equilibrio a favor de uno u otro candidato.

Estos estados, Nevada, Arizona, Georgia, Carolina del Norte, Pensilvania, Michigan y Wisconsin, son caracterizados por su falta de inclinación política definida.

En ellos, la batalla entre demócratas y republicanos se libra con una intensidad extrema, conscientes de que han sido decisivos en elecciones pasadas y jugarán un papel fundamental en esta ocasión.

La imprevisibilidad de estos estados los convierte en protagonistas del escenario electoral, explica el analista político John Smith.

Su población es diversa y sus preferencias políticas fluctúan con cada elección, lo que los convierte en territorios estratégicos para ambos bandos.

La estrecha diferencia registrada en las encuestas nacionales confirma la importancia estratégica de estos swing states.

La media da una ventaja mínima a Harris, pero el margen de error es considerable.Un cambio de apenas uno o dos puntos porcentuales en alguno de estos estados podría modificar drásticamente el resultado final.

El sistema electoral estadounidense, basado en el winner-takes-all, significa que la victoria se define por la suma de los delegados electorales, señala la experta en política comparada María García.

Por lo tanto, la conquista de un estado swing puede ser determinante para lograr la mayoría necesaria.

Las tensiones son palpables en estos estados, donde se intensifica la batalla electoral con visitas de ambos candidatos y campañas agresivas.

Cada acto, cada debate, cada palabra pronunciada adquiere una importancia capital en esta lucha por el poder.

El futuro de Estados Unidos pende de un hilo, y los siete swing states serán el escenario donde se decidirá el destino del país.