A lo largo de más de un siglo, el Premio Nobel en Fisiología o Medicina ha reconocido los logros científicos que han transformado nuestra comprensión del cuerpo humano y combatido enfermedades mortales.
Detrás de estos triunfos se esconde una realidad a menudo ignorada: la invaluable contribución de millones de animales de laboratorio.
Desde el primer galardón otorgado al alemán Emil Adolf Von Behring en 1901 por su descubrimiento del tratamiento para la difteria, hasta el reciente premio del año 2023 a Katalin Karikó y Drew Weissman por sus investigaciones en el ARN mensajero, los animales han sido pilares fundamentales en la investigación científica.
Según estimaciones de la fundación Understanding Animal Research, al menos un investigador en 89 de los 115 premios Nobel otorgados en Fisiología o Medicina ha utilizado animales de laboratorio para llevar a cabo sus descubrimientos.
El ratón, con una presencia indiscutible en más de 40 de estos galardones, se destaca como el animal más utilizado en la historia de estas investigaciones.
El impacto de los ratones en el desarrollo científico es innegable.Su uso ha sido crucial en estudios que han revolucionado nuestra comprensión del cerebro, permitiendo a científicos como Santiago Ramón y Cajal desentrañar la complejidad neuronal y sentar las bases de la neurociencia moderna.
Gracias a estos pequeños roedores, Robert G. Edwards pudo comprender los mecanismos del desarrollo embrionario, abriendo el camino a la fertilización in vitro y permitiendo que cientos de miles de personas con dificultades para concebir puedan tener hijos.
Si bien existen iniciativas para reducir al mínimo el uso de animales en la investigación mediante simulaciones informáticas y tecnologías como los organonchips, todavía se necesita su colaboración para comprender la complejidad de los seres vivos.
Como explica la doctora Inés Mármol del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón: Los organonchips permiten cultivar células humanas para recrear las complejas condiciones en que se encuentran los tejidos en el cuerpo humano.
Permite estudiar procesos clave tanto en tejidos sanos como enfermos, minimizando el uso de animales.
A pesar de los avances tecnológicos, la experimentación con animales sigue siendo un tema controvertido.
La ética en la investigación científica exige un trato responsable y humanitario hacia estos seres vivos.
Los comités de bioética y la máxima de las 3R (reemplazo, reducción y refinamiento) guían el uso de animales en la investigación, asegurando que su participación esté justificada y minimizada al máximo.
La historia del Premio Nobel en Fisiología o Medicina nos recuerda no solo a los brillantez de los científicos, sino también al papel crucial que han desempeñado los animales en estos avances.
Es una deuda moral reconocer su contribución y trabajar para minimizar su sufrimiento mientras seguimos explorando los misterios de la vida.