La Tragedia Que Envolvió al Santo de Salta: El Asesinato del Padre Ernesto Martearena

El asesinato del Padre Ernesto Martearena, un sacerdote salteño reconocido por su trabajo social y entrega desmedida a los más necesitados, conmocionó profundamente a la comunidad en octubre de 2001.

A sus 57 años, Martearena dejaba tras de sí una vasta obra que incluía ocho comedores comunitarios, un centro para niños con VIH, una granja de recuperación para adictos y diversos hogares para personas de escasos recursos.

Su legado era tan grande que muchos lo consideraban un santo por su compromiso sin límites con los más vulnerables.

La tragedia ocurrió en la parroquia Nuestra Señora de Fátima, ubicada en Villa Asunción, donde Martearena desarrolló gran parte de su labor social.

Tras cenar con un sacerdote y un amigo, fue brutalmente atacado por dos jóvenes a quienes él mismo había ayudado: Javier Alfredo Alanís Colausti, de 21 años, y Marcelo Castillo, de 19.

Los agresores lo apuñalaron en repetidas ocasiones y luego trasladaron su cuerpo a una habitación donde fue incendiado con combustible.

El caso conmocionó al país y la justicia logró identificar y detener rápidamente a los responsables.

Alanís Colausti y Castillo confesaron el crimen, revelando que su motivación era un robo fallido por el cual solo lograron obtener cien pesos y una tarjeta bancaria de la que no pudieron disponer debido a la falta de la clave.

El asesinato del Padre Martearena fue una tragedia profunda para Salta, afirmó un experto en derecho penal consultado para esta nota.

La brutalidad del crimen, junto con el hecho de que los asesinos fueran personas a quienes él había ayudado, lo convierten en un caso aún más doloroso e incomprensible.

En 2011, el Vaticano reconoció su sacrificio al incluirlo en la lista de mártires del siglo XX. En su memoria, se construyó el Estadio Padre Martearena en la zona sur de Salta, un monumento que honra su dedicación y amor por su comunidad.

A pesar de la trágica muerte del Padre Martearena, su legado continúa vivo a través de las instituciones y programas que fundó.

Su trabajo en favor de los más necesitados sigue inspirando a miles de personas en el NOA, recordándonos la importancia de la justicia social y la compasión.