Esta investigación, realizada por un equipo liderado por el cardiólogo Giuseppe Paolisso de la Universidad de Campania Luigi Vanvitelli en Italia, ha generado gran conmoción en la comunidad científica y ha puesto de manifiesto la magnitud del problema de la contaminación por plásticos.

El estudio involucró a 304 adultos que se sometieron a una intervención quirúrgica llamada endarterectomía carotídea, un procedimiento para eliminar la placa acumulada en la arteria carótida.

La acumulación de placa en esta arteria puede aumentar significativamente el riesgo de ictus, ya que un fragmento de placa puede desprenderse y bloquear una arteria más pequeña, interrumpiendo el flujo sanguíneo al cerebro.

Tras extraer la placa, los investigadores analizaron minuciosamente su composición, buscando la presencia de plásticos.

Aunque no distinguieron entre microplásticos, con un tamaño similar al ancho de un grano de arroz, y nanoplásticos, mucho más pequeños, identificaron polietileno, el plástico más producido a nivel mundial, en 58 pacientes, y policloruro de vinilo (PVC) en 12.

Al observar las diminutas partículas de plástico bajo el microscopio electrónico, los investigadores encontraron estructuras extrañas con bordes dentados dentro de los macrófagos presentes en la placa.

Los macrófagos son células inmunitarias encargadas de engullir y eliminar microorganismos y otros cuerpos extraños.

Para comprender mejor las posibles implicaciones de estos hallazgos, los investigadores siguieron a 257 pacientes durante dos o tres años, monitoreando la incidencia de infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares o fallecimientos por cualquier causa.

Los resultados fueron alarmantes: los pacientes con microplásticos y nanoplásticos en sus placas arteriales tenían 4,5 veces más probabilidades de sufrir uno de estos eventos graves.

Si bien el estudio no puede afirmar categóricamente que los microplásticos causen directamente infartos o accidentes cerebrovasculares, sí sugiere una fuerte asociación entre la presencia de estas partículas y un mayor riesgo cardiovascular.

Una posible explicación, según Paolisso, es que las partículas plásticas provoquen inflamación al activar los macrófagos para eliminarlas.

La inflamación juega un papel crucial en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, explica Aaron Aday, cardiólogo y especialista en medicina vascular de la Universidad de Vanderbilt.

Si estas partículas provocan más inflamación en la placa, podría hacerla más vulnerable a causar problemas en el futuro.

Otro aspecto preocupante es que los plásticos están compuestos por una gran variedad de sustancias químicas, algunas de las cuales pueden ser tóxicas o actuar como disruptores endocrinos, interfiriendo con las hormonas naturales del cuerpo.

Dado el gran número de sustancias químicas potencialmente dañinas que contienen los plásticos, podrían tener diversos efectos en nuestro organismo, advierte Megan Spaeth, experta en salud pública y medio ambiente.

A diferencia de los medicamentos, que se prueban rigurosamente en ensayos clínicos, no es ético estudiar la exposición ambiental a microplásticos en humanos de esta manera.

Ante este panorama complejo, ¿qué podemos hacer?Aunque las personas tienen un control limitado sobre su exposición generalizada a plásticos, sí pueden adoptar hábitos de vida saludables que reducen el riesgo cardiovascular: ejercicio regular, una dieta equilibrada y evitar fumar.

Reducir el uso de plásticos de un solo uso, como botellas de agua, bolsas de compra o envases desechables, puede tener un impacto positivo en la salud individual y ambiental.

Los residuos plásticos se han duplicado con creces desde el año 2000, y la mayoría terminan en vertederos donde se descomponen en microplásticos que contaminan el agua, el suelo y nuestra cadena alimentaria, señala Philip Landrigan, director del Programa de Salud y Medio Ambiente de la Universidad de Boston.

Los plásticos de un solo uso representan alrededor del 40% del plástico producido anualmente.Reducir su consumo es crucial.

Este estudio ha puesto en evidencia la urgente necesidad de abordar el problema de la contaminación por plásticos a nivel global.

La negociación de un tratado internacional para controlar la producción y el uso de plásticos, actualmente en curso bajo los auspicios de las Naciones Unidas, cobra aún mayor relevancia ante estos hallazgos.

La investigación también destaca la importancia de promover la investigación científica sobre los efectos de los microplásticos en la salud humana.

Solo a través del conocimiento profundo de los riesgos que plantean estos contaminantes podremos implementar políticas públicas efectivas para proteger la salud pública y el medio ambiente.

Si bien los resultados de este estudio son alarmantes, también ofrecen un rayo de esperanza, concluye Spaeth.

La historia ha demostrado que, cuando la evidencia científica sobre los peligros de una actividad humana se hace sólida, llega un punto de inflexión que impulsa el cambio.

Es mi convicción que la voluntad política para abordar el problema de los plásticos crecerá, impulsada por la investigación y la conciencia pública.