El cambio climático se erige como una crisis global que exige soluciones urgentes y sostenibles.En este escenario, la Unión Europea (UE) ha implementado un mecanismo innovador: el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (MAFC), diseñado para internalizar el costo del carbono en las importaciones y promover una transición hacia una producción industrial más limpia a nivel global.

A partir de 2026, el MAFC impondrá aranceles a productos provenientes de países que no implementen políticas climáticas ambiciosas, como Argentina.

Esta medida busca incentivar la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), entre ellos el dióxido de carbono, un factor clave en el calentamiento global.

El MAFC supone un cambio paradigmático en el comercio internacional, afirma el Dr. Juan Pérez, experto en economía ambiental.

Impulsa una competencia justa donde la sostenibilidad se convierte en un factor determinante para la competitividad.

Las industrias más impactadas por esta normativa son aquellas intensivas en carbono, como la producción de acero, aluminio y cemento.

Para las empresas argentinas que exportan estos bienes a Europa, el desafío radica en demostrar que sus procesos productivos son eficientes en términos ambientales.

De lo contrario, tendrán que afrontar un costo adicional que podría afectar su competitividad en el mercado europeo.

La clave para adaptarse al MAFC reside en la inversión en tecnologías limpias y la optimización de los procesos productivos, explica Adrián González Prisco, Director de la Licenciatura en Gestión Eficiente de la Energía de la Universidad Católica de Salta (UCASAL).

Es fundamental que las empresas argentinas adopten una visión estratégica hacia la descarbonización.

La implementación del MAFC implica una oportunidad para que Argentina impulse su transición energética y consolide su posición como proveedor confiable de productos sostenibles.