El reciente incidente con el submarino Titán ha reavivado un intenso debate sobre el futuro de la exploración científica en las profundidades oceánicas: ¿es necesario que los humanos corran riesgos para alcanzar nuevas fronteras, o la tecnología robótica ofrece una alternativa segura y eficiente?
Dos figuras emblemáticas del mundo subacuático, Bob Ballard y James Cameron, han expresado puntos de vista divergentes sobre este tema.
Ballard, reconocido por su descubrimiento del naufragio del Titanic en 1985, elogia los avances en vehículos teledirigidos (ROV) y submarinos autónomos (AUV), que permiten explorar las profundidades sin limitaciones temporales ni físicas.
Cuando volví al Titanic en 2004, estuve literalmente tres días en él, relata Ballard, Estás hablando de estar en él a través del monitor de vídeo de un vehículo que está a tres kilómetros y medio por debajo tuyo.
Cameron, director de la aclamada película Titanic (1997) y también explorador subacuático experimentado, defiende el valor intrínseco de la experiencia humana.
Me sigue gustando verlo con mis propios ojos, afirma Cameron.Creo en el valor de que un ser humano sea testigo.
El director argumenta que su postura no se basa en aspectos técnicos o científicos, sino en una perspectiva más poética y emocional.
Ambos exploradores coinciden en que el incidente del Titán es un caso excepcional y no debe eclipsar la rigurosa metodología que caracteriza las investigaciones científicas subacuáticas.
Cuál es la lección de Titanic?, cuestiona Cameron.Prestar atención a las advertencias.No dejar que la codicia y la arrogancia se impongan a tu buen juicio.
Ballard añade, haciendo referencia al trágico naufragio del Titanic: Si no estudias la historia, estás condenado a repetirla.
La tragedia del Titán, por tanto, sirve como un recordatorio de la importancia de la cautela y el análisis crítico en cualquier exploración arriesgada.