China intensifica presión sobre las mujeres para aumentar la natalidad.
China se enfrenta a un desafío demográfico significativo: una población envejecida y una tasa de natalidad en niveles históricos mínimos, lo que amenaza el crecimiento económico del país.

Ante esta situación, el gobierno ha implementado una serie de medidas controvertidas para incentivar el aumento de la natalidad, suscitando preocupación por la intrusión en las decisiones personales de las mujeres.

Recientemente, el New York Times publicó un reportaje sobre el caso de Yumi Yang, quien fue abordada por funcionarios del gobierno durante su matrimonio para animarla a tener un bebé.

La historia ilustra una tendencia preocupante: agentes gubernamentales se acercan a las mujeres en sus hogares y les cuestionan sobre sus planes reproductivos, incluso llegando a solicitarles información personal como la fecha de su último ciclo menstrual.

Esta campaña no se limita a las visitas puerta a puerta.El gobierno chino está promoviendo cursos universitarios sobre matrimonio y crianza, y el tema ha sido abordado en reuniones políticas de alto nivel.

Xi Jinping, líder del Partido Comunista Chino, ha enfatizado la importancia de la maternidad como una responsabilidad pública, reflejando la prioridad que se le otorga al aumento de la tasa de natalidad.

Aunque algunas mujeres aprecian recursos adicionales para el cuidado infantil y el impulso a la participación masculina en el hogar, la mayoría considera estas intervenciones inapropiadas e invasivas.

Critican que el gobierno no aborda los desafíos reales que enfrentan las mujeres, como los altos costes de criar hijos y la dificultad de conciliar la maternidad con sus carreras profesionales.

El New York Times entrevistó a un grupo de mujeres en barrios donde los funcionarios han tratado de promover la fertilidad, observando que las generaciones más jóvenes, especialmente las nacidas después de 1990, no priorizan tener hijos como las generaciones anteriores.

Este enfoque recuerda a las prácticas del pasado, cuando China implementó la política del hijo único de forma estricta durante décadas, con multas y abortos forzados.

Si bien las campañas actuales no han llegado a esos extremos, la intervención gubernamental en los planes reproductivos de las mujeres, junto con un discurso cada vez más fuerte sobre la reducción de abortos innecesarios, genera temores de que las libertades reproductivas puedan verse restringidas en el futuro.

En algunas ciudades ya existen reglas que requieren aprobación oficial para abortos después de las 14 semanas de gestación, lo cual alimenta las preocupaciones sobre un posible regreso a una política más autoritaria en materia de reproducción.