Un descubrimiento arqueológico ha arrojado nueva luz sobre una antigua disputa noruega, revelando detalles impactantes sobre el hombre encontrado muerto en un pozo hace más de 800 años.
Los hallazgos, que combinan análisis genéticos con la historia oral, desafían las narraciones tradicionales y plantean nuevas interrogantes sobre los eventos del siglo XII.
La saga Sverris, un poema épico que narra las hazañas del rey noruego Sverre Sigurdsson, describe el ataque a la fortaleza de Sverresborg por parte de sus enemigos, los Bagler.
Según este relato, los invasores arrojaron el cuerpo de un hombre a un pozo para contaminar el agua y dejar la fortaleza inutilizable.
Este evento histórico, hasta ahora considerado una simple narrativa épica, ha sido corroborado en parte gracias a investigaciones recientes lideradas por un grupo internacional de expertos.
Mediante datación por radiocarbono, los investigadores determinaron que el hombre del pozo falleció entre 1153 y 1277, coincidiendo con la época del asedio descrito en la saga.
La datación por carbono 14 nos permitió situar con precisión el fallecimiento de este individuo dentro del marco temporal del ataque a Sverresborg, explica el Dr. Martin Rene Ellegaard, uno de los autores del estudio.
Para obtener información adicional sobre el hombre del pozo, los investigadores realizaron análisis genéticos.
Debido a la naturaleza frágil de los restos y a la posibilidad de contaminación por ADN moderno, se tuvo que realizar una técnica arriesgada: limar la corona de un diente para acceder al material genético intacto.
Era una decisión difícil, admite Ellegaard, pero nos permitió obtener información invaluable sobre este individuo.
El análisis del ADN reveló características físicas del hombre, como pelo rubio o castaño claro y ojos azules.
Lo más sorprendente fue que su genética presentaba similitudes con los actuales habitantes de la provincia de Adger, situada a más de 500 kilómetros de Sverresborg y, en el siglo XII, mayoritariamente poblada por los Bagler.
Este hallazgo plantea una serie de interrogantes, comenta Ellegaard.Podría tratarse de un Bagler, quizás muerto durante la batalla o un desertor.
También es posible que fuese un prisionero o incluso un ciudadano inocente arrastrado al conflicto.
El caso del hombre del pozo ilustra la complejidad de reconstruir el pasado a través de la arqueología y la genética.
Las evidencias materiales, junto con los relatos históricos, ofrecen una visión parcial del pasado, pero también nos recuerdan que muchas historias aún esperan ser descubiertas.