Un giro inesperado se produjo en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), con la renuncia del presidente, Juan Cruz Molina Hafford.
La decisión fue comunicada al ministro de Economía, Luis Caputo, y al secretario de Agricultura, Sergio Iraeta, y entrará en vigencia a partir del 15 de octubre.
Molina Hafford, quien asumió la presidencia hace un tiempo, destaca el progreso en los cambios estructurales que buscaba implementar para modernizar el organismo, enfatizando su compromiso con la transformación del INTA hacia sus próximos 70 años.
En declaraciones a La Nación, reconoció que existieron discrepancias con el Ministerio de Economía respecto a las prioridades de gestión.
Tuve alguna diferencia entre los pedidos del Ministerio y mi propuesta de gestión, afirmó Molina Hafford.
La renuncia del presidente se produce en un contexto de incertidumbre dentro del INTA. A principios de año, surgieron problemas relacionados con la asignación presupuestaria, y recientemente se lanzó un programa de retiro voluntario para el personal, que cuenta con 6.900 empleados.
Estas dificultades añaden una capa de complejidad a la situación actual.
La renuncia de Molina Hafford deja vacante un cargo crucial en el sector agropecuario argentino.
El INTA juega un papel fundamental en la investigación y desarrollo tecnológico para el campo nacional, y su dirección precisa estabilidad y continuidad para seguir contribuyendo al bienestar de los productores y la sociedad en general.
Las consecuencias a largo plazo de esta renuncia dependerán en gran medida de la gestión del próximo presidente del INTA y de la capacidad de armonizar las perspectivas del organismo con las políticas económicas del gobierno.
Se espera que se tomen medidas rápidas para asegurar una transición fluida y evitar interrupciones en el trabajo del INTA.