La vibrante bandera del arcoíris se ha convertido en un símbolo icónico del movimiento LGBTQ+, ondeando con orgullo durante las marchas y manifestaciones a favor de los derechos de las personas lesbianas, gais, bisexuales, transexuales y queer.
Más allá de su belleza visual, cada color que compone esta emblemática enseña posee un significado profundo, representando la diversidad, la lucha por la igualdad y la reivindicación de la identidad.
La historia del arcoíris como símbolo del orgullo LGBTQ+ se remonta a 1978, cuando el artista estadounidense Gilbert Baker, un activista gay y drag queen, fue encargado por Harvey Milk, el primer político abiertamente homosexual elegido para un cargo público en Estados Unidos, de crear un símbolo que representara la comunidad.
Busqué una bandera natural, algo visible como el arcoíris, que simbolizara esperanza, diversidad y unidad, declaró Baker en diversas entrevistas.
La primera versión de la bandera arcoíris constaba de ocho franjas: rosa (sexualidad), rojo (la vida), naranja (curación), amarillo (sol), verde (naturaleza), turquesa (magia/arte), índigo (serenidad) y violeta (espíritu).
Fue izada por primera vez el 25 de junio de 1978 durante el desfile del Día de la Libertad Gay en San Francisco.
Con el tiempo, debido a limitaciones técnicas en la fabricación, la bandera se redujo a seis franjas: rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta, manteniendo su esencia simbólica.
La popularidad de la bandera alcanzó nuevos niveles en 1994, cuando Baker diseñó una versión monumental para conmemorar el 25 aniversario de los disturbios de Stonewall, un hito crucial en la lucha por los derechos LGBTQ+.
La bandera del arcoíris ha evolucionado como símbolo del movimiento LGBTQ+, representando no solo la diversidad sexual y de género, sino también la lucha por la justicia social, la visibilidad y la aceptación, afirma Ana Pérez, experta en historia de las identidades sexuales.