Un equipo de científicos de materiales ha logrado un avance revolucionario: hacer la piel de los ratones temporalmente transparente utilizando tartrazina, un pigmento común en alimentos como los Cheetos y Doritos.

Este hallazgo, publicado en la prestigiosa revista Science, abre nuevas puertas para la investigación médica y biológica al permitir observar el interior de organismos vivos sin necesidad de técnicas invasivas.

La clave del descubrimiento reside en la manipulación del índice de refracción del agua presente en los tejidos biológicos.

De manera habitual, la luz se dispersa al atravesar los tejidos debido a las diferentes propiedades ópticas que contienen.

Al ajustar el índice de refracción del agua con la tartrazina, los científicos lograron que la luz roja y naranja pasara sin dispersarse, haciendo que el tejido pareciera transparente bajo esas longitudes de onda.

Este avance es realmente significativo porque nos permite observar las estructuras internas de los organismos vivos sin dañarlos, explica Guosong Hong, líder del equipo investigador de la Universidad de Stanford.

Con este método, hemos podido ver el latido del corazón, el funcionamiento del tracto gastrointestinal y hasta las neuronas en acción a través de la piel.

Las posibilidades de esta técnica son vastas, especialmente en neurociencia.Poder observar el cerebro de un animal funcionando de forma natural sin intervenciones quirúrgicas podría revolucionar nuestra comprensión de cómo funciona este órgano complejo.

La capacidad de observar el cerebro en tiempo real abrirá nuevas ventanas para investigar enfermedades neurológicas y comprender mejor el funcionamiento del sistema nervioso, comenta un experto en neurociencias que prefiere mantener el anonimato.

Aunque la técnica todavía se encuentra en fase experimental, los investigadores ya están explorando nuevas moléculas que puedan ampliar el rango de colores visibles a través de la piel, superando las limitaciones actuales.

La tartrazina, por ejemplo, solo permite visualizar estructuras bajo luz roja y naranja, lo que limita su aplicación en algunas áreas.

A pesar de sus limitaciones, este descubrimiento representa un paso gigante hacia una medicina más precisa y menos invasiva, con el potencial de transformar la forma en que investigamos y tratamos enfermedades en el futuro.