La Suecia profunda se conmocionó al conocer la aterradora verdad detrás de dos asesinatos brutales cometidos por un individuo llamado Eklund.

La primera víctima fue Pernilla Hellgren, una joven de 31 años, encontrada estrangulada y violada en 2000.

El caso permaneció sin resolver hasta que el ADN encontrado en el cuerpo de la mujer coincidió con el de Eklund tras un segundo asesinato, forzándolo a confesar su terrible crimen.

En 2008, Engla Juncosa Höglund, una niña de solo 10 años, desapareció mientras regresaba a casa después de una práctica de fútbol.

Su bicicleta fue encontrada abandonada en el bosque, lo que alertó a su madre sobre la gravedad del escenario.

Un fotógrafo que estaba probando su cámara capturó imágenes cruciales: un automóvil Saab rojo siguiendo a la niña y, en otro momento, una imagen de ella sola en su bicicleta.

La Policía identificó el vehículo como propiedad de Eklund, quien fue finalmente detenido y confesó el crimen después de días de interrogatorios intensivos.

La noticia del asesinato de la niña provocó una profunda tristeza y conmoción en toda Suecia.El funeral de Engla se transmitió en directo por televisión, una decisión que generó debate sobre la ética de exponer un evento tan doloroso al público.

Eklund fue juzgado por dos cargos de asesinato, dos de violación y posesión ilegal de pornografía infantil.

Fue declarado culpable de todos los cargos y condenado a cadena perpetua.
Este caso ha dejado una huella profunda en nuestra sociedad, declaró un experto en criminología anónima.

La crueldad con la que Eklund actuó contra mujeres e incluso una niña, desgarra el tejido social y nos recuerda la importancia de luchar contra la violencia de género.

El caso de Eklund se convirtió en un símbolo del horror que puede surgir en las sociedades aparentemente seguras.

Su historia sigue siendo un recordatorio constante de la necesidad de proteger a las mujeres y niños de la violencia y la crueldad, así como de la importancia de la justicia para los afectados por estos crímenes.