La forma en que nos alimentamos ha evolucionado a lo largo del tiempo, influenciada por factores industriales, económicos y orgánicos.
Según la licenciada en nutrición Blanca Beatriz Dagum, los cambios alimentarios son notorios en tres niveles: industrial, económico y orgánico.
La expansión constante de la industria alimentaria, las fluctuaciones en el flujo económico familiar y los cambios físicos que experimentamos a lo largo de la vida contribuyen a esta transformación.
La influencia de los medios de comunicación y las redes sociales, con su proliferación de dietas mágicas sin un respaldo científico sólido, también juega un papel crucial en este panorama.
Dagum destaca que estos cambios pueden tener efectos positivos o negativos en el equilibrio del organismo.
Quien se instruye y asesora correctamente adquiere un equilibrio en su alimentación responsable; por otro lado, la gran mayoría adopta hábitos inadecuados, insuficientes y desequilibrados.
La especialista enfatiza la importancia de seguir las Leyes de la Alimentación: cantidad, calidad, armonía y adecuación.
La alimentación debe ser suficiente, completa, armónica y adecuada para cada persona, argumenta Dagum.
La individualidad biológica de cada individuo requiere una dieta personalizada, evitando las modas alimentarias que pueden resultar peligrosas sin un control adecuado.
Dagum advierte sobre la falta de supervisión profesional en la implementación de dietas como la Keto, no recomendada para ciertas patologías.
Es común ver entrenadores físicos recomendando estas dietas sin tener en cuenta las necesidades individuales, señala.
Las dietas desintoxicantes también requieren un enfoque cuidadoso.Si son indicadas y supervisadas por profesionales idóneos, pueden ser beneficiosas; pero existen patologías para las que no se deberían indicar, advierte Dagum.
En el caso de los adolescentes, la etapa de crecimiento requiere una alimentación especial.Deben alimentarse desde lo armónico, completo y equilibrado, explica Dagum.
Recomienda un plan nutricional basado en 50% de carbohidratos, una buena selección de legumbres y fibra; 20% de proteínas (derivados lácteos, carnes, huevos) y 30% de grasas saludables (semillas, aceites vegetales, frutos secos), complementada con frutas y verduras para obtener vitaminas y minerales.
La historia de la alimentación humana revela su impacto fundamental en la evolución. De los primeros homínidos que se alimentaban principalmente de fuentes vegetales a la dieta más diversa del período paleolítico, la alimentación ha sido un factor clave en el desarrollo de nuestra especie.
La dieta moderna presenta desafíos debido al exceso de energía, grasas saturadas y ácidos grasos omega6, junto con una disminución en el consumo de ácidos grasos omega3, carbohidratos complejos y fibra.
Estos cambios, relacionados con la urbanización y las nuevas formas de producción alimentaria, están asociados a un aumento de enfermedades crónicas.
La alimentación consciente surge como una respuesta a esta realidad.Prestar atención plena al momento de comer nos permite escuchar nuestras necesidades, tanto físicas como mentales, para así lograr una relación más saludable con la comida.
La tendencia hacia alimentos fermentados, como yogures, kefir y chucrut, está ganando popularidad por sus beneficios para la microbiota intestinal.
Alex Von Foerster, un destacado impulsor de esta práctica, resalta la importancia de la fermentación como una estrategia ancestral para mejorar la salud.
En definitiva, el futuro de la alimentación se encuentra en un equilibrio entre tradición y modernidad, donde la individualización, la consciencia y el respeto por la naturaleza son pilares fundamentales para un bienestar integral.