La sandía, una fruta exótica originaria de África tropical, se ha convertido en un símbolo del verano debido a su refrescante dulzura y alto contenido hídrico (alrededor del 95% de su peso).
Esta fruta, rica en vitaminas, minerales y el potente antioxidante licopeno, ofrece numerosos beneficios para la salud.
Estudios sugieren que su consumo podría contribuir a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, proteger contra ciertos tipos de cáncer y mejorar la calidad nutricional general de la dieta.
A pesar de sus virtudes, la sandía no es apta para todos los paladares. Personas con síndrome del intestino irritable (SII) deben evitar su consumo debido a su alto contenido en FODMAPs, un grupo de carbohidratos que pueden desencadenar síntomas como hinchazón, dolores abdominales y alteraciones en el hábito intestinal.
Los alimentos ricos en FODMAPs, incluyendo la sandía, pueden generar fermentación excesiva en el intestino, lo que agrava los síntomas del SII, explican desde la Clínica Universidad de Navarra.
Una dieta baja en FODMAPs puede ser una herramienta útil para aliviar estas molestias.
algunas personas presentan sensibilidad o alergia a ciertos componentes presentes en la pulpa de la sandía.
Según un estudio de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, las proteínas como la malato deshidrogenasa, la triosa fosfato isomerasa y la profilina pueden desencadenar reacciones alérgicas leves, caracterizadas por picor en la boca y pequeñas hinchazones en los labios.
Aunque los síntomas suelen ser transitorios, es importante prestar atención a estas reacciones, advierte el Dr. Javier Cuesta, jefe asociado del Servicio de Alergología de la Fundación Jiménez Díaz.