En el remoto paraje de Pucará, a 25 kilómetros del pueblo de Angastaco en San Carlos, Liliana López realiza una labor diaria digna de admiración.
Cada mañana, antes del amanecer, se embarca en un camino pedregoso y extenso que la lleva al colegio rural 5212, donde su hija Aylen cursa el segundo año de secundaria.
La travesía, que dura cinco horas, es solo parte del sacrificio que esta madre realiza por la educación de sus hijos.
Liliana se despierta a las cinco de la mañana para preparar los útiles escolares de Aylen y luego emprender la caminata.
Las condiciones climáticas son adversas, con temperaturas bajo cero en invierno, pero nada detiene su determinación.
Cuando Aylen tiene que entrar a las 8 de la mañana al colegio, nos levantamos a las cinco para que prepare sus cosas y después poder salir, relata Liliana con serenidad.
La motivación de Liliana reside en el sueño de Aylen de convertirse en veterinaria.Esta adolescente, a pesar de las limitaciones de su entorno, se esfuerza por cumplir su objetivo.
Me gustaría ser doctora o veterinaria…Esa profesión es muy específica y me gustaría trabajar de eso, confiesa con entusiasmo.
La educación en Pucará enfrenta numerosos desafíos.El colegio rural 5212 utiliza tecnología y plataformas virtuales para llevar las clases a los estudiantes, gracias al proyecto Secundarias rurales mediadas por tecnologías SRTIC de Unicef.
El costo del transporte es una barrera significativa para muchas familias. Liliana cuenta que cuando no puede acompañar a su hija, Aylen recurre a un mototaxi, cuyo costo semanal llega a 5.000 pesos, una suma considerable para las familias de la zona.
A pesar de estas dificultades, Liliana se muestra orgullosa del progreso de sus hijos.Tres de ellos ya se graduaron del mismo colegio, aunque no pudieron continuar con estudios superiores debido a limitaciones económicas.
Su historia es un ejemplo inspirador de la lucha constante por un futuro mejor, donde la educación se convierte en un faro de esperanza en medio de las adversidades.