En el pintoresco pueblo asturiano de Tapia de Casariego, a orillas del Cantábrico, se esconde bajo la tierra una reserva monumental: la mayor concentración de oro en toda Europa.
Se estima que en las lagunas de Salave existen aproximadamente 30.000 kilos de este preciado metal, representando cerca del 10% de las reservas del Banco de España.
La posibilidad de explotar esta mina ha generado un intenso debate social y ambiental, dividiendo al pueblo entre quienes ven una oportunidad económica y quienes temen por el impacto en su entorno.
Desde la época romana, España ha sido un punto estratégico para la extracción de oro, pero la mina de Salave representa una nueva era.
Exploraciones Mineras del Cantábrico (EMC), filial de la australiana Black Dragon Gold, propone un proyecto que busca abordar las preocupaciones ambientales surgidas en proyectos anteriores.
La oposición se mantiene firme.La asociación vecinal Oro No, junto con cofradías de pescadores, asociaciones de turismo y ganaderos, han presentado un manifiesto expresando su rechazo al proyecto.
Argumentan que el impacto ambiental en el Espacio Natural Protegido ZEC y ZEPA de PenarrondaBarayo sería irreparable debido a la presencia de metales pesados bioacumulables.
El director general de EMC, José Manuel Domínguez, se muestra confiado en el éxito del proyecto: Estoy convencido de que habrá mina.
Asegura que generará 159 empleos directos y cerca de 1000 indirectos, además de ser más sostenible que las propuestas anteriores al eliminar el uso de cianuro.
El proyecto, con un presupuesto de 100 millones de euros, tiene como objetivo extraer 31.000 kilos de oro en 14 años y comenzar la producción en 2025.
Antes de su ejecución, se deben estudiar las 1297 alegaciones de impacto ambiental presentadas, lo que podría retrasar la fecha prevista para el inicio de la explotación.