Con solemnidad y fervor religioso, miles de peregrinos partieron desde San Antonio de los Cobres hacia el Santuario del Señor y la Virgen del Milagro, en una tradición que se renueva año tras año.

Acompañados por el sonido vibrrante de bandas de sikus, el resplandor de fuegos artificiales y el repiqueteo de campanas que resonaban entre las montañas, los devotos iniciaron su ardua travesía bajo un cielo glacial, con temperaturas que rozaban los cero grados bajo cero.

Es una escena realmente emotiva, relata Vicente Arias, vecino de San Antonio de los Cobres.Una columna interminable de peregrinos se adentra en la Puna, guiados por Monseñor Dante Bernacki, en un camino lleno de fe y sacrificio.

Las primeras estimaciones apuntan a que más de 3.000 caminantes conforman este flujo humano, cifra que se incrementa con los asistentes que se suman a lo largo del trayecto hacia la ciudad de Salta.

Esta marea humana representa una muestra palpable del profundo arraigo religioso que caracteriza a la región.

La peregrinación al Santuario es un momento de profunda espiritualidad para nosotros, afirma María Elena Flores, una peregrina que lleva recorriendo la ruta durante varias décadas.

Es una oportunidad para acercarnos a Dios, reflexionar sobre nuestras vidas y pedir por las bendiciones del Señor.

El itinerario prevé una parada en Las Cuevas para el almuerzo, donde los peregrinos podrán descansar antes de continuar su viaje hacia Santa Rosa de Tastil, culminando su primera jornada con la llegada a este punto estratégico.

La peregrinación se considera un evento crucial para la economía local, ya que atrae a miles de personas que dinamizan la actividad comercial en las distintas localidades que se encuentran en el camino.