El paraje Incamayo, ubicado a 65 kilómetros de Salta y a 5 kilómetros de la antigua estación de Chorrillos, se transforma cada año en un punto de encuentro espiritual durante las peregrinaciones al Señor del Milagro.
Este lugar, caracterizado por su paz y tranquilidad, se ha convertido en un oasis para los miles de devotos que recorren la Quebrada del Toro en un viaje de fe y devoción.
La tradición peregrina en la zona tiene raíces profundas.Hace doce años, Carmen Lamas impulsó la caminata desde la Quebrada del Toro hacia la Catedral Basílica de Salta, un recorrido que se ha convertido en una experiencia compartida por cada vez más habitantes de la región.
A esta peregrinación original se sumaron las tradiciones ya existentes de los pobladores de San Antonio de los Cobres, quienes realizaban una caminata anual hasta la Catedral para renovar el Pacto de Fe con los Patrones del Señor y la Virgen del Milagro.
La familia Lazarte, dueña de la finca Incamayo, ha adoptado con gran cariño la misión de acoger a los peregrinos en su camino.
Hugo Lazarte, junto a su esposa Lecy, comenzaron a ofrecer refugio a los viajeros que descendían desde otros parajes, brindándoles un lugar para descansar y reponer fuerzas antes de continuar su viaje hacia Salta.
Tanto amor surgía de ellos en el dar y ofrecer que sus hijas, sobrinos y también sus hermanos siguieron con esta hermosa tarea de ayudar a los seguidores del Señor del Milagro, relata una persona cercana a la familia.
Desde hace siete años, Teresa Lazarte, hija de Hugo, se ha encargado de organizar la recepción de los peregrinos, siguiendo el legado familiar y la inspiración de su hijo Mauricio Guaymás, quien falleció en 2018 tras una larga trayectoria como peregrino.
En el corazón del paraje Incamayo, un ambiente de fiesta y solidaridad se respiraba durante la celebración del Milagro.
El espacio estaba decorado con esmero, ofreciendo a los peregrinos una variedad de alimentos, desde empanadas y carne asada hasta frutas y bebidas.
Marcos Lazarte, nieto de don Mauricio, destaca la labor de los voluntarios que llegan desde Salta, quienes brindan no solo alimentos sino también su tiempo y energía para hacer posible esta recepción.
Cada año son más las personas que ofrecen su servicio desinteresado y cada Milagro es mejor, comenta con orgullo.
La peregrinación culmina en la estación de Chorrillos, donde los peregrinos encuentran alojamiento para descansar tras un largo camino lleno de fe y devoción.
El padre Walter Medina, acompañó a los caminantes durante todo el recorrido, animándolos con canciones y palabras motivacionales.
En Incamayo, se viven momentos de profunda conexión espiritual y humana, donde la sencillez y la solidaridad se manifiestan como expresiones auténticas del amor hacia el Señor del Milagro.