Ante este panorama, filosofías ancestrales como Koselig, Ubuntu, Fika o Wabi Sabi, entre otras, resurgen como alternativas para encontrar paz interior y bienestar.

Estas corrientes no son modas pasajeras, sino tesoros culturales que nos invitan a valorar la simplicidad, las relaciones humanas y la conexión con lo esencial.

Koselig, proveniente de Noruega, evoca un sentimiento de calidez, comodidad y convivialidad.Se trata de crear ambientes acogedores donde disfrutar de pequeños placeres cotidianos en compañía de seres queridos.

Estudios demuestran que los espacios bien diseñados y confortables mejoran la felicidad y la satisfacción con la vida.

Ubuntu, filosofía sudafricana que se traduce como yo soy porque nosotros somos, enfatiza la interconexión humana, la empatía y el apoyo comunitario.

Nelson Mandela y Desmond Tutu promovieron esta filosofía para reconstruir un país post-apartheid basado en la solidaridad.

La ciencia respalda la importancia de las relaciones sociales: un metaanálisis que analizó 148 estudios con más de 308 mil participantes encontró que tener relaciones sociales sólidas aumenta un 50% la probabilidad de supervivencia.

Fika, una tradición sueca que implica tomar un descanso para disfrutar de un café y algo dulce en buena compañía, es una pausa para desconectar del estrés y conectar con los demás.

Estudios sugieren que los descansos regulares durante el trabajo mejoran la productividad y reducen el estrés.

Wabi Sabi, filosofía japonesa que celebra la imperfección y la impermanencia, nos invita a apreciar la belleza en lo simple y a aceptar la transitoriedad de la vida.

Aceptar la imperfección está asociado con una mayor satisfacción con la vida y menor tendencia a la ansiedad.

Estas filosofías comparten un hilo conductor: el enfoque en el bienestar holístico a través de la conexión humana, la apreciación de lo simple y la búsqueda del equilibrio y propósito en la vida.