En un hito sin precedentes en la cirugía reconstructiva, Aaron James, un hombre de 47 años de Hot Springs, Arkansas, se convirtió en el primer paciente en recibir un trasplante total de ojo y cara.

Tras sufrir un accidente laboral en 2021 que le causó la pérdida de su ojo izquierdo, parte del mentón y la nariz, James recibió este complejo procedimiento quirúrgico en el Centro de Salud Langone de la Universidad de Nueva York (NYU) en mayo de 2023.

La cirugía, que duró aproximadamente 21 horas, involucró a un equipo multidisciplinario de más de 140 profesionales médicos y consistió en el trasplante del ojo izquierdo completo, incluyendo la órbita, nariz, parte del hueso del mentón y los músculos, nervios y vasos sanguíneos asociados.

El tejido donado provino de un individuo fallecido con actividad cerebral inexistente.

Este procedimiento es un testimonio del avance científico y la dedicación de los médicos, afirmó Daniel Ceradini, cirujano principal del estudio.

La complejidad de conectar el nervio óptico del donante al cerebro del paciente implica retos significativos, y aunque no esperamos que Aaron recupere completamente la visión en el ojo trasplantado de inmediato, este procedimiento sienta las bases para futuros avances.

El equipo médico se preparó minuciosamente para esta intervención histórica, practicando al menos 15 veces en cadáveres.

Una de las mayores dificultades fue asegurar el flujo sanguíneo del ojo donado durante el trasplante, logrando conectar la arteria que lo nutre a una rama de la arteria carótida externa del donante -un procedimiento sin precedentes en humanos-.

Se utilizaron guías quirúrgicas impresas en 3D, basadas en tomografías computarizadas de los rostros del donante y del paciente, para asegurar un ajuste preciso de los huesos durante la cirugía.

Estos avances tecnológicos contribuyeron a maximizar las posibilidades de éxito de este procedimiento complejo.

Este hito se suma a la historia exitosa de los trasplantes de órganos, desde el primer trasplante renal entre humanos realizado por Joseph Murray en 1954 hasta los progresos en la inmunosupresión que han permitido superar el rechazo agudo de los órganos.

La electrorretinografía, una prueba que mide la respuesta eléctrica de la retina a la luz, ha demostrado que los fotorreceptores del ojo trasplantado de James responden a la luz, lo que indica que las células nerviosas sensibles a la luz sobrevivieron al procedimiento.

Si bien la regeneración del nervio óptico sigue siendo un reto, este trasplante total de ojo abre nuevas posibilidades para restaurar la visión en personas con pérdida ocular irrecuperable.

El éxito de esta intervención representa una fuente de esperanza para miles de pacientes que esperan un futuro con mayor calidad de vida y una visión renovada.