Un nuevo estudio publicado en The Lancet Public Health proyecta un escenario alarmantes para España a finales de siglo.

Según el análisis, la nación podría convertirse en el país europeo con mayor número de muertes causadas por el calor, superando las 20.000 anuales, una cifra que representa más que el cuádruple de las actuales.

Este estudio, que se basa en datos de 1.368 regiones de 30 países europeos y modelos climáticos avanzados, alerta sobre un incremento significativo de las muertes relacionadas con temperaturas elevadas a nivel continental.

Se estima que las defunciones por calor podrían triplicarse para el año 2100 bajo las políticas climáticas actuales, con los mayores riesgos concentrados en países del sur.

España se posiciona como uno de los países más vulnerables a este fenómeno, con una proyección de 20.194 muertes por calor para el año 2100 en un escenario de calentamiento global de 3 C. Esta cifra contrasta con las 4.414 muertes anuales registradas entre 1991 y 2020, lo que representa un incremento del 4,6 veces.

La disparidad regional actual en el riesgo de muerte por temperaturas cálidas y frías se ampliará debido al cambio climático y al envejecimiento de la población, explica Juan Carlos Ciscar, del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea.

Las zonas más afectadas serán España, Italia, Grecia y partes de Francia.
Aunque actualmente las muertes relacionadas con el frío superan a las causadas por el calor en Europa en una proporción de ocho a uno, se prevé que esta tendencia cambie drásticamente hacia finales del siglo.

Se espera que las muertes por calor aumenten en todas las regiones continentales, mientras que las atribuidas al frío disminuyan ligeramente.

La combinación del aumento de temperaturas y la creciente población de mayores de 85 años hará que este fenómeno sea aún más preocupante, advierte David García León, también del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea.

Este estudio pone de manifiesto la urgencia de implementar medidas para mitigar el cambio climático y proteger a las poblaciones vulnerables al calor extremo.

Las consecuencias no solo serán sanitarias, sino también socioeconómicas, afectando a la productividad laboral, los sistemas de salud y la calidad de vida en general.