A pesar de las persistentes creencias populares que asocian al consumo moderado de alcohol con beneficios para la salud cardiovascular o como facilitador social, la evidencia científica actual desmiente contundentemente estas ideas.

Un estudio reciente publicado por la Asociación Americana para la Investigación sobre el Cáncer (AACR), corroborado por conclusiones del Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), ha puesto de manifiesto que el alcohol debe considerarse un factor de riesgo similar al tabaco o el sobrepeso, especialmente en la aparición de cáncer en personas menores de 50 años.

La investigación revela que los tumores en este grupo poblacional han aumentado un 80% en las últimas tres décadas, y los factores de riesgo alimenticios, entre ellos el consumo de alcohol y tabaco, son responsables de este alarmante incremento.

La aceptación social del consumo de alcohol, junto con las falsas creencias sobre sus supuestos beneficios, dificultan la moderación de su consumo, a pesar de las numerosas pruebas científicas que demuestran la estrecha relación entre el alcohol y enfermedades hepáticas y otras dolencias.

Uno de los mitos más persistentes es el supuesto beneficio del alcohol para la salud cardiovascular.

Estudios como el macroestudio publicado en verano de 2024, con más de 100.000 participantes, desmintieron esta afirmación.

El estudio encontró una mayor tasa de mortalidad entre adultos mayores que consumían alcohol de forma habitual o moderada.

Beber vino en lugar de licor o consumir alcohol solo en las comidas no elimina el factor de riesgo, sino que simplemente lo atenúa.

Los posibles beneficios del alcohol sobre la salud cardiovascular no solo no han sido probados científicamente, sino que en ningún caso tienen en cuenta los efectos negativos del consumo de esta sustancia, como las arritmias y la hipertensión arterial, explica la Sociedad Española de Medicina Interna.

Incluso en pequeñas cantidades, el riesgo del consumo es claramente superior a su hipotético beneficio.

A nivel general, el alcohol se define como una droga por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que induce modificaciones del estado psíquico, percepciones, emociones y conducta, pudiendo generar dependencia.

El consumo de alcohol puede provocar pérdida de autocontrol, descoordinación motora e incluso agresividad, poniendo en riesgo la seguridad personal.

En cuanto al impacto del alcohol en el rendimiento físico e intelectual, es importante destacar que a largo plazo, esta sustancia puede producir deterioro cognitivo y síndrome de abstinencia.

Afecta negativamente los reflejos y la coordinación motora, lo que contradice cualquier posible beneficio.

El consumo de alcohol también puede llevar a una falsa sensación de calor corporal, debido a la vasodilatación cutánea, pero en realidad se produce una pérdida de calor corporal, incrementando el riesgo de hipotermia.

En España, el alcohol está relacionado con la muerte de más de 6.500 personas al año, superando incluso enfermedades digestivas o circulatorias.

La evidencia científica es contundente: no existen beneficios para la salud en el consumo de alcohol, y sus efectos nocivos son numerosos y graves.

Es necesario desmantelar los mitos que rodean a esta sustancia y promover una cultura de consumo responsable, si es que existe.