El desarrollo de las armas nucleares marcó un hito irremediable en la historia de la humanidad.La explosión de Trinity, el primer ensayo nuclear realizado en julio de 1945 bajo el Proyecto Manhattan, no solo abrió un nuevo capítulo tecnológico sino que también planteó una interrogante existencial: ¿podremos controlar la fuerza que hemos liberado?
La frase pronunciada por J. Robert Oppenheimer, padre del proyecto y testigo presencial de la explosión, ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos, refleja con precisión el impacto atemporal de este descubrimiento.
Las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, pero inauguraron una nueva era marcada por la amenaza nuclear.
Desde entonces, la humanidad ha vivido bajo la constante sombra de la destrucción total, con las armas nucleares como un elemento central en la geopolítica mundial.
A pesar de los esfuerzos internacionales para frenar la proliferación nuclear y promover el desarme, miles de ojivas siguen existiendo en manos de potencias nucleares.
El Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de 1968 buscaba controlar esta expansión, permitiendo a cinco países mantener sus arsenales: Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido.
Estados Unidos, con aproximadamente 5.244 ojivas, posee la mayor cantidad de armas nucleares en el mundo.
Este número ha disminuido considerablemente desde su punto máximo durante la Guerra Fría.
Rusia, heredera del arsenal soviético, cuenta con alrededor de 5.889 ojivas y sigue siendo una fuente de preocupación para Occidente debido a las tensiones geopolíticas actuales.
China, que posee unos 410 ojivas, ha aumentado su capacidad nuclear en los últimos años, generando inquietud en el contexto de la competencia estratégica con Estados Unidos.
Francia y Reino Unido mantienen arsenales más reducidos, pero se aferran a sus capacidades nucleares como una garantía de seguridad estratégica.
Más allá de estos estados reconocidos, existen otros que poseen armas nucleares fuera del marco del TNP. India y Pakistán, enfrascados en una rivalidad regional, suman entre 330 y 350 ojivas.
Israel, aunque nunca ha confirmado públicamente su programa nuclear, se estima que posee entre 80 y 90 armas.
Corea del Norte, con sus numerosos ensayos nucleares desde 2006, representa la mayor amenaza actual, acumulando entre 40 y 50 ojivas y desarrollando capacidades de misiles intercontinentales.
El caso de Irán es otro punto de tensión.Si bien es signatario del TNP, su desarrollo de tecnologías avanzadas para el enriquecimiento de uranio ha levantado sospechas sobre sus intenciones nucleares.
El Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC), firmado en 2015 para limitar el programa iraní, se encuentra en la incertidumbre tras la retirada de Estados Unidos en 2018, agravando las tensiones en la región y generando temor por una posible carrera armamentista nuclear.
El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), adoptado en 2017, marca un hito en el camino hacia la eliminación completa de estas armas, pero su impacto se ve limitado por la falta de adhesión de las potencias nucleares.
El desarme total sigue siendo un objetivo ambicioso que enfrenta obstáculos como los intereses geopolíticos y la percepción de las armas nucleares como una garantía de seguridad.
En un mundo cada vez más complejo y volátil, la amenaza nuclear persiste.La búsqueda de soluciones pacíficas para las disputas internacionales, el fortalecimiento de las instituciones multilaterales y el compromiso con el diálogo son esenciales para avanzar hacia un futuro libre de la sombra del destructor.