Un reciente estudio publicado en Nature ha desafiado las concepciones tradicionales sobre el proceso de envejecimiento, sugiriendo que no se trata de un declive gradual sino de transformaciones abruptas en momentos clave de la vida.

La investigación, realizada con 108 voluntarios de entre 25 y 75 años, analizó más de 135.000 moléculas a lo largo de varios años.

Los resultados revelaron dos puntos críticos: alrededor de los 44 y 60 años, se producen cambios significativos en el funcionamiento del cuerpo.

Los cambios no son lineales, sino que ocurren en ráfagas, explica el Dr. , líder del estudio.Estos momentos pueden marcar hitos críticos en nuestra salud.

La primera ráfaga, alrededor de los 44 años, se asocia con cambios en las enfermedades cardiovasculares y en la capacidad de metabolizar sustancias como la cafeína, el alcohol y los lípidos.

Para las mujeres, este periodo coincide con la premenopausia. Estos cambios podrían explicar el aumento del riesgo de enfermedades relacionadas con la edad, como Alzheimer y problemas cardiovasculares, que suelen manifestarse con fuerza después de los 60 años.

La segunda ráfaga, alrededor de los 60 años, afecta a las moléculas relacionadas con la inmunidad, el metabolismo de los carbohidratos y la función renal.

Curiosamente, las moléculas asociadas al envejecimiento de la piel y los músculos experimentan modificaciones tanto en esta etapa como en la anterior, lo que sugiere procesos de envejecimiento que se desarrollan durante décadas.

Los investigadores señalan que estos cambios moleculares podrían estar influenciados por el estilo de vida, y no solo por la genética.

El modo en que metabolizamos el alcohol puede alterarse debido a un aumento en su consumo durante los años de mayor estrés, explica el Dr. .

Este descubrimiento subraya la importancia de adoptar medidas preventivas para influir en el curso del envejecimiento.

Este estudio abre nuevas posibilidades para entender y, potencialmente, modificar el proceso de envejecimiento humano.