Tras décadas de tradición, dos experimentados campaneros de la Catedral de Salta, Alberto Serapio y José Gregorio Fernández, se despiden este año del Milagro, dejando un vacío difícil de llenar.
Su destreza para imprimir el característico tañido a las campanas ha sido una constante en la vida religiosa de la ciudad durante años.
Con cariño y admiración nos despedimos de ellos, comenta Emmanuel Ibañez, quien lleva doce años compartiendo el oficio.
Este año se retiran, aunque como dicen, tienen las puertas abiertas para volver.Nos dieron mucha enseñanza, mucha escuela, compartimos muchos años juntos.
Ibañez explica que por cuestiones de edad y salud, Serapio y Fernández toman este paso al costado, dejando un legado invaluable para los jóvenes campaneros que siguen sus pasos.
El grupo actual, conformado por entre 16 y 17 miembros, se redujo a 13 durante el último Concierto del Milagro.
La resonancia de las campanas de la Catedral se escucha con especial fuerza en fechas como Corpus Christi, Semana Santa y algunas festividades religiosas más.
Pero también los primeros jueves y viernes de cada mes, un ritmo que mantiene viva la tradición a lo largo del año.
Para Emmanuel Ibañez, el Concierto del Milagro es una experiencia única: se nota la emoción cuando se da la orden de empezar a tocar para anunciar la salida o ingreso de las imágenes.
Vemos el revolear de pañuelos, recibiendo y saludando a sus patronos.La música ritual que impregna este evento cobra especial importancia en momentos como el regreso de la Virgen del Milagro al templo.
Desde la torre de las campanas, los pétalos blancos caen sobre la imagen mientras se entonan Doce Estrellas de María.
Es un clima muy especial, muy conmovedor, describe Ibañez.La experiencia colectiva que vive el grupo de campaneros durante estas celebraciones es una fuente de orgullo y satisfacción para ellos.