El verano pasado se ha marcado por una serie de olas de calor extremas en España, con temperaturas que superaron los 40 grados Celsius en gran parte del territorio nacional, dejando un saldo devastador de más de 2.000 muertes atribuibles al exceso de calor.

Según datos del Ministerio de Sanidad, 1.246 fallecimientos correspondieron a mujeres y 873 a hombres.

Esta situación refleja una preocupante tendencia que viene manifestándose en los últimos años.El invierno pasado fue el más cálido registrado en España desde 1961, con un incremento de 1,9 grados respecto a la media histórica.

El año 2023 se ha situado como el segundo más caliente en la serie histórica, solo superado por 2022.

Las olas de calor son cada vez más frecuentes e intensas, y su impacto en la salud pública es evidente, afirma el Dr. Juan Pérez, especialista en medicina preventiva del Instituto de Salud Carlos III. Es crucial tomar medidas para proteger a los grupos más vulnerables, como personas mayores, embarazadas y enfermos crónicos.

El Ministerio de Sanidad ha emitido un decálogo con recomendaciones para prevenir los efectos nocivos del calor extremo, incluyendo la hidratación constante, evitar la exposición al sol durante las horas centrales del día y mantenerse en espacios frescos.

La tragedia veraniega pone de manifiesto la urgencia de implementar políticas públicas que aborden el cambio climático y mitiguen sus consecuencias en la salud.

Necesitamos actuar con rapidez para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptar nuestras ciudades a un clima más caliente, concluye el Dr. Pérez.