La tortícolis congénita, una condición poco común que afecta a recién nacidos, se caracteriza por un giro anormal de la cabeza hacia un lado, acompañado de una inclinación del cuello.

Esta afección, distinta a la torticolis adquirida que suele presentarse en adultos tras lesiones o posturas prolongadas, puede tener diversas causas y requiere atención médica temprana para evitar complicaciones.

La tortícolis congénita se manifiesta con una rotación cervical hacia un lado y una inclinación del cuello en dirección opuesta, explican María Cobas Mínguez y Alejandro García del Olmo, fisioterapeutas de Ribera Povisa Vigo, junto con Carlos Cáceres Serrano, supervisor de Rehabilitación del mismo hospital.

Se puede originar durante el embarazo debido a la posición inadecuada del bebé en el útero o surgir como consecuencia de una lesión muscular tras un parto complejo.

Los padres pueden identificar algunos síntomas clave que alertan sobre la presencia de esta condición: movimientos restringidos de la cabeza, predominio de la rotación hacia un lado específico, rigidez cervical, dolor al mover la cabeza y posibles bultos en el músculo esternocleidomastoideo.

Si se observa alguna de estas señales, es fundamental consultar con el pediatra para obtener un diagnóstico preciso.

El tratamiento inicial suele enfocarse en ejercicios y rutinas domiciliarias diseñadas para fortalecer los músculos del cuello y corregir la postura del bebé.

Los fisioterapeutas recomiendan:

Priorizar las tomas con biberón o pecho por el lado que necesita corrección postural.

Ofrecer al bebé juguetes y estímulos visuales y auditivos que lo incentiven a girar la cabeza en dirección contraria a la torsión.

Colocar al bebé boca abajo en posición de corrección durante sus momentos de vigilia. Cambiar constantemente la posición del niño para evitar posturas que puedan empeorar la condición.

Si, después de estas medidas, el progreso no es evidente, se puede considerar la intervención de un fisioterapeuta especializado.

En casos excepcionales donde el tratamiento inicial no ha sido efectivo o el diagnóstico se realiza tardíamente, podría ser necesario recurrir a una intervención quirúrgica para corregir la deformidad.

Aunque la tortícolis congénita puede generar preocupación en los padres, es importante recordar que con un tratamiento oportuno y adecuado, la mayoría de los bebés pueden superar esta condición y alcanzar un desarrollo normal.