El nuevo mapa de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos (OTBN) de Salta ha generado un intenso debate, con organizaciones ambientales criticando la propuesta y el científico Lucas Seghezzo defendiéndola.
La controversia gira principalmente en torno a la inclusión de una nueva categoría, Área de Producción y Conservación (APC), que abarca 3.013.692 hectáreas y combina zonas verdes con actividades productivas.
Seghezzo, miembro del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) e Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (INENCO), argumenta que la APC ofrece ventajas tanto para productores agropecuarios como para la conservación ambiental.
Entre las principales ventajas destacan: mayor equidad para los productores, mejor complementariedad entre producción y conservación, menor impacto ambiental acumulativo y facilitación de corredores ecológicos.
Esta área, que irá desapareciendo paulatinamente, es un avance significativo en la planificación y gestión de bosques, asegura Seghezzo, quien enfatiza que el mapa reduce las superficies verdes habilitadas para la producción en casi un 30%, incrementando al mismo tiempo las áreas protegidas de alto valor de conservación.
No obstante, las organizaciones críticas alegan que no se ha tenido en cuenta la problemática de los desmontes ilegales y que la recategorización de áreas degradadas como de bajo valor de conservación podría ser una forma de legitimarlos.
Seghezzo rechaza esta acusación: El nuevo mapa resta las tierras desmontadas ilegalmente de las áreas verdes propuestas, evitando su legitimación, afirma.
En cuanto a la participación ciudadana, el científico destaca que se realizaron 26 reuniones informativas y un taller con la participación de 91 representantes de diferentes instituciones, entre ellas organizaciones no gubernamentales y pueblos originarios.
Seghezzo argumenta que la polémica rodea una herramienta innovadora que busca conciliar la producción con la conservación, beneficiando tanto al medio ambiente como a las comunidades indígenas y campesinas.
Rechazar un mapa así implica continuar aceptando un mapa obsoleto que solo beneficia a unos pocos, concluye.