En un modesto cuartel de bomberos en Livermore, California, reside un enigma que ha cautivado la atención del mundo por más de un siglo: una bombilla incandescente que sigue brillando sin interrupciones desde 1901.
Conocida como la Luz Centenaria, esta reliquia desafía las expectativas de vida útil de las bombillas convencionales, dando lugar a debates y especulaciones sobre el secreto detrás de su asombrosa longevidad.
El foco, fabricado por la Shelby Electric Company, fue donado al cuartel por Adolphe Chaillet a principios del siglo XX. Su historia cobró notoriedad en 1972 cuando el periodista Mike Dunstan publicó un artículo en el Herald News titulado Bombilla de luz sería la más antigua de la Tierra.
Dunstan investigó las leyendas que rodeaban al foco y confirmó su existencia, dando inicio a una fascinación por este objeto único.
En 2001, al alcanzar su centenario, la bombilla fue reconocida oficialmente como la Luz Centenaria por el Libro Guinness de los Récords.
Este reconocimiento se otorgó después de que la bombilla experimentara una breve interrupción en su funcionamiento durante el traslado del cuartel a nuevas instalaciones en 1976.
La pausa, que duró solo 22 minutos, fue un evento inusual y fue custodiada por una escolta policial para garantizar la seguridad de la reliquia.
Desde entonces, la bombilla ha sido tratada como un tesoro cultural, con una cámara que transmite su estado de funcionamiento las 24 horas del día, así como páginas web y redes sociales dedicadas a documentar su historia.
El secreto detrás de la longevidad de la Luz Centenaria aún es objeto de debate científico.En 2007, Debora Katz, física de la Academia Naval de Estados Unidos, analizó el foco comparándolo con una bombilla Shelby similar.
Sus investigaciones revelaron que el filamento de la bombilla de Livermore era notablemente más grueso y probablemente estaba hecho de carbono, lo que le otorgaba propiedades semiconductoras.
Esto sugiere que al calentarse, el filamento actúa como un conductor más eficiente, explica Katz, a diferencia de los filamentos de las bombillas modernas que pierden eficiencia con el calor.
La menor potencia de la bombilla podría contribuir a su longevidad, ya que menos energía se traduce en menor desgaste.
A pesar de estos avances, Katz reconoce que aún no existe una respuesta definitiva: La física debería tener una respuesta, pero puede que haya algo excepcional en esta bombilla en particular, concluye.
Mientras tanto, la Luz Centenaria continúa desafiando el paso del tiempo, iluminando y fascinando a todos con su inquebrantable luz.
Su existencia se convierte en un símbolo de resistencia, perseverancia y misterio, recordándonos la capacidad del ingenio humano para crear objetos que desafían las limitaciones conocidas.