La obesidad se ha convertido en un problema global de salud pública, alcanzando proporciones epidémicas en las últimas décadas.

Factores como el sedentarismo y los hábitos alimentarios poco saludables han contribuido a este fenómeno, que genera una serie de complicaciones médicas como enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer.

La búsqueda de soluciones para combatir esta creciente problemática ha llevado a la investigación científica a explorar diferentes estrategias, entre ellas, la activación del tejido adiposo marrón (BAT).

A diferencia del tejido adiposo blanco, que se encarga de almacenar energía en forma de grasa, el BAT juega un papel fundamental en el gasto energético.

Su principal función es generar calor mediante la actividad mitocondrial, lo que aumenta el metabolismo basal y contribuye a quemar calorías.

El BAT funciona como una central energética que consume energía para producir calor, explica Marián García, nutricionista conocida como Boticaria García, quien aborda las propiedades del BAT en su libro Tu cerebro tiene hambre Planeta.

La cantidad de BAT disminuye a medida que envejecemos, lo que dificulta la quema eficiente de calorías.

De acuerdo con Ana de Hollanda, coordinadora del área de obesidad de la Sociedad Española de Endrocrinología y Nutrición (SEEN) En recién nacidos, el BAT es crucial para mantener la temperatura corporal mientras desarrollan la capacidad de tiritar.

En adultos entre 20 y 50 años, representa solo entre 20 y 500 gramos, un porcentaje mínimo del peso total.

A pesar de esta baja concentración, existe esperanza en convertir tejido adiposo blanco en marrón a través de procesos conocidos como browning o beiging, lo cual podría aumentar la capacidad del cuerpo para quemar grasas.

De Hollanda afirma que este cambio puede mejorar el metabolismo y combatir la obesidad.

La SEEN indica que existen dos estrategias principales para estimular la actividad del BAT: el ejercicio físico regular y la regulación térmica ambiental.

El ejercicio aumenta el gasto energético y promueve la activación del BAT, mientras que temperaturas frías o moderadas estimulan su función.

Un pequeño cambio en la temperatura ambiental, como pasar de 24 a 19ºC, puede ser suficiente para aumentar la cantidad de grasa parda, añade Boticaria García.

Las investigaciones también se centran en el desarrollo de medicamentos que activen el BAT, aunque aún no hay resultados concluyentes.

Boticaria García advierte sobre la existencia de numerosos suplementos y fármacos que prometen activar el BAT sin base científica.

Debemos ser cautelosos con estos anuncios, ya que solo existen evidencias para el ejercicio físico y la regulación térmica, concluye.