Un manto de silencio ha caído sobre la escuela Sarmiento, un ícono histórico de Salta que actualmente se encuentra cerrada por una serie de intoxicaciones entre sus alumnos.
El edificio centenario, testigo silencioso de generaciones de niños, ahora resuena con el vacío del aprendizaje presencial, dejando a su paso un profundo impacto emocional en la comunidad educativa y comercial.
La inquietud es palpable en las calles adyacentes al establecimiento.Jimena, comerciante local, describe una situación peor que la vivida durante la pandemia: Nos mataron en este agosto, no se vendió nada.
Con la suspensión de clases nos quitaron la vida. Su testimonio refleja el sentir generalizado de los vecinos y comerciantes quienes dependen del flujo constante de niños, padres y personal docente.
La ausencia de estas actividades cotidianas ha generado una crisis económica que amenaza con extenderse a medida que se acerca septiembre, mes que tradicionalmente marca un repunte en las ventas.
La incertidumbre sobre la duración de la suspensión ha agravado la situación.Nilda Bini, presidenta de la Asociación de Transportes Escolares de Salta, expresa su preocupación: Son al menos 60 empresas que llevan y traen a escolares de la Sarmiento…
Estamos hablando de perder ingresos de todos esos chicos.Ya venimos golpeados por todas las subas de costos y perdiendo ganancias; esto nos afecta muchísimo.
Ninguna familia va a pagar por un servicio que no va a utilizar.
El cierre temporal ordenado por el fiscal penal 2, Ramiro Ramos Ossorio, busca esclarecer las causas de las intoxicaciones.
Estamos hablando de una institución con una matrícula de más de 1000 niños y niñas, remarca Bini, poniendo en relieve la magnitud del problema.
La investigación se centra en determinar las circunstancias que llevaron a los alumnos a experimentar malestares, lo cual podría tomar tiempo.
Mientras tanto, el silencio en el edificio centenario resuena con una pregunta inquietante: ¿cuándo podrán volver los niños a sus aulas?