El herpes zóster, comúnmente conocido como culebrilla, vuelve a estar en el centro del debate médico por su impacto en la salud de millones de personas.

Esta dolorosa erupción cutánea, causada por la reactivación del virus varicela-zóster, puede surgir décadas después de haber padecido la varicela durante la infancia.

El virus permanece latente en los ganglios nerviosos tras una primoinfección de varicela, explica la doctora Paula Sánchez Conde, especialista en Medicina Interna del Hospital Povisa de Vigo.

Cuando las defensas inmunitarias se debilitan por factores como el envejecimiento o enfermedades que afectan al sistema inmune, el virus puede reactivarse y manifestarse como herpes zóster.

Las consecuencias del herpes zóster son diversas, con síntomas que pueden incluir dolor intenso, ardor y ampollas en forma de banda a un lado del cuerpo.

En algunos casos, la enfermedad evoluciona hacia una neuralgia postherpética, caracterizada por un dolor persistente que puede durar meses o incluso años.

El impacto emocional del herpes zóster es considerable, afirma el Dr. Juan Pérez García, dermatólogo del Hospital General Universitario de Valencia.

El dolor intenso y la sensación de incomodidad pueden afectar la calidad de vida del paciente, limitando sus actividades diarias.

El tratamiento para el herpes zóster suele incluir medicamentos antivirales que ayudan a controlar la infección y a reducir la duración de los síntomas.

Analgésicos, compresas frías y lociones pueden aliviar el dolor y la picazón.

Es importante destacar que, aunque el herpes zóster no es contagioso en sí mismo, las personas con esta afección pueden transmitir el virus varicela-zóster a aquellos que no hayan tenido la enfermedad antes.

La transmisión se produce por el contacto directo con las ampollas del herpes zóster y puede provocar varicela en los individuos susceptibles.

El herpes zóster es un desafío para la salud pública, especialmente a medida que aumenta la población envejecida.

Es fundamental concienciar sobre los síntomas, el tratamiento y la prevención de esta enfermedad, así como fomentar una vida saludable con hábitos que refuercen el sistema inmunitario.