En un acto cargado de simbolismo político, Jair Bolsonaro, expresidente de Brasil, manifestó su deseo del retorno de Donald Trump a la Casa Blanca.

El evento, congregando a miles de seguidores leales al exmandatario, se caracterizó por una retórica incendiaria que denunció la corrupción del actual gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y promovió valores conservadores como la familia tradicional y la prohibición del aborto.

La convocatoria, auspiciada por el Partido Liberal, se presenta como un esfuerzo estratégico para mantener viva la base política de Bolsonaro a pesar de la prohibición que le impide aspirar a cargos públicos hasta 2030 tras su condena por ataques a la democracia brasileña.

Queremos que Bolsonaro vuelva, corearon algunos asistentes, reflejando la persistente influencia del exmandatario en el espectro político brasileño.

El discurso de Bolsonaro estuvo impregnado de críticas al gobierno de Lula, calificándolo de corrupto y evocando una nostalgia por su gestión anterior.

La exaltación de valores conservadores se hizo patente en los discursos a favor del armamento, la prohibición del aborto y la promoción de la familia tradicional.

La presencia de figuras como José Antonio Kast, excandidato presidencial chileno, y la expectativa del discurso de Javier Milei, presidente argentino, demostraron la extensión de las redes de apoyo que Bolsonaro ha tejido en el continente.

Estas alianzas refuerzan el carácter internacional de sus postulados conservadores y su oposición a los gobiernos progresistas en América Latina.

La persistencia de un sector significativo de la población brasileña que comparte las ideas de Bolsonaro plantea interrogantes sobre el futuro del país.

La polarización política, alimentada por las redes sociales y discursos inflamables, crea un clima de tensión social que amenaza la estabilidad democrática.

Es crucial que se promueva el diálogo y la tolerancia para superar esta división, advierte un politólogo local, la democracia brasileña está en riesgo.